Cantaremos–15 de Marzo, IV Domingo de Cuaresma /B

Los v v. 16-21 aportan, pues, una reflexión del evangelista y no palabras de Jesús propiamente hablando. Esto puede causar sorpresa, pero es una de las ideas más felices de la teología cristiana. Dios ha entregado a su Hijo al mundo. En esto ha mostrado lo que le ama. Además, Dios lo ha enviado, no para juzgar o condenar, sino salvar lo que estaba perdido. Si existe alguna doctrina más consoladora que esta en el mundo podemos arrepentirnos de ser cristianos. Pero creo que no existe. El v.18 es una fuente de reflexión. La condena de los hombres, el juicio, no lo hace Dios. Lo ha dejado en nuestras manos. La cuestión está en creer o no creer en Jesús. El juicio cristiano no es un episodio último al que nos presentamos delante de un tribunal para que le diga si somos buenos o malos. ¡No! sería una equivocación ver las cosas así, como muchos las ven apoyado en Mt 25. Los cristianos experimentamos el juicio en la medida en que respondemos a lo que Señor ha hecho por nosotros. El juicio no se deja para el final, sino que se va haciendo en la medida en que vivimos la vida nueva, la nueva creación a la que hemos sido convocados. Estas imágenes de la luz y las tinieblas son muy judías, del Qumrán, pero a Juan le valen para expresar la categoría del juicio.

El evangelio de Juan es muy sintomático al respecto, ya que usa muchas figuras y símbolos (el agua, el Espíritu, la carne, la luz, el nacer de nuevo, las tinieblas) para poner de manifiesto la acción salvadora de Jesús. El diálogo es de gran altura, pero en él prevalece la afirmación de que el amor de Dios está por encima de todo. Aquí se nos ofrece una razón profunda de por qué Dios se ha encarnado: porque ama este mundo, nos ama a nosotros que somos los que hacemos el mundo malo o bueno. Dios no pretende condenarnos, sino salvarnos. Esta es una de las afirmaciones más importantes de la teología del NT, como lo había sido de la teología profética del AT. Dios no lleva al destierro, Dios no condena, Dios, por medio de su Hijo que los hombres hemos “elevado” (para usar la terminología teológica joánica del texto) a la cruz, nos salva y seguirá salvando siempre. Incluso el juicio de la historia, como el juicio que todo el mundo espera, lo establece esta teología joánica  en aceptar este mensaje de gracia y de amor. El juicio no está en que al final se nos declare buenos o perversos, sino en aceptar la vida y la luz donde está: en Jesús.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

CANTAREMOS:

      • Reunidos en el nombre del Señor ……………………………………………….159
        • Señor ten piedad
      • Tu Palabra me da vida – Antífona
      • Señor del Universo …………………………………………………………………..170
        • Santo – Padre Nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Señor, Tu eres nuestra Luz ……………………………………………………….171
      • Pescador ………………………………………………………………………………..127
      • Viva Cristo ………………………………………………………………………………218