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28 de Agosto. XII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Lucas (Lc 14.1-7-14)

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:

“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Luego dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

Comentario Bíblico. Lucas (1, 1-4; 4, 14-21): La fuerza liberadora del evangelio.

III.1. La lectura del evangelio se introduce con un prólogo (Lc 1,1-4) en el que el evangelista expone el método que ha seguido para componer su obra: ha usado tradiciones vivas, orales y escritas, e incluso, sabemos hoy, que ha usado el evangelio de Marcos como fuente. No quiere decir que lo siga al pie de la letra aunque, en grandes bloques, le sirve como estructura. Lo que sí está claro es que Lucas, con su mentalidad occidental, cuidadosa, historicista (en lo que cabe en aquella época) se ha informado cuanto ha podido para escribir sobre Jesús de Nazaret. No obstante, su obra no es la “historia de Jesús”, una historia más, sino que, como en el caso de Marcos, es el evangelio, la buena noticia de Jesús lo que importa. Por eso, en realidad, la lectura del evangelio tiene su fuerza en el episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde se había criado (Lc 4, 14-21), después de presentarlo como itinerante en la sinagogas de Galilea, donde se comenzó a escuchar esa buena noticia para todos los hombres.

III.2. Es ya significativo que el evangelio no se origina, no aparece en Jerusalén, sino en el territorio que, como Galilea, tenía fama de influencias paganas y poco religiosas, de acuerdo con las estrictas normas de Jerusalén. De ahí el dicho popular: “y todo comenzó en Galilea”. Lucas, no obstante, concederá mucha importancia al momento en que Jesús decide ir hacia la capital del judaísmo, (9,51ss) ya que un profeta no puede evitar Jerusalén. Y Lucas es absolutamente consciente que Jesús es el profeta definitivo de la historia de la humanidad. Así nos lo presenta, pues, en ese episodio de la sinagoga del evangelio de hoy: dando la gran noticia de un tiempo nuevo, de un tiempo definitivo en que aquellos que estaban excluidos del mensaje salvífico de Dios, son en realidad los primeros beneficiarios de esa buena nueva.

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Comentario Bíblico. I Domingo de Adviento. Lucas (21,25-28.34-36): Se acerca nuestra liberación.

III.1. Todos los años comenzamos el nuevo ciclo litúrgico con el Adviento, que es presencia y es llegada. Es una presencia de siempre y constantemente renovada, porque nos preparamos para celebrar el misterio del Dios que se encarna en la grandeza de nuestra miseria humana. En el Primer Domingo de Adviento, “Ciclo C” del año litúrgico, que estará apoyado fundamentalmente en el evangelio de Lucas, se ofrece un mensaje lleno de fuerza, una llamada a la esperanza, que es lo propio del Adviento: Levantad vuestras cabezas porque se acerca vuestra liberación. Esa es la clave de la lectura evangélica del día. No son los signos apocalípticos los que deben impresionar, sino el mensaje de lo que se nos propone como oferta de parte de Dios. Los signos apocalípticos, en este mundo, siempre han ocurrido y siempre estarán ocurriendo.

III.2. Lucas también nos ha trasmitido el discurso apocalíptico en boca de Jesús (c. 21) a semejanza de lo que hace Mc 13. En Lucas comienza con una enseñanza que contrasta con la actitud de algunos que están mirando y contemplando la grandeza del templo (21,5ss). Los vv. 25-28 se centran en la famosa venida (parousía) del Hijo del hombre que ha de arrancar de los cristianos, ¡no pánico!, sino una actitud contraria: ¡levantar la cabeza, porque ese es el momento de la liberación!. Digamos que esta última expresión es lo propia de Lucas ante las palabras que le ha suministrado la tradición apocalíptica sobre la llegada misteriosa del Hijo del hombre. Lucas es muy conciso sobre los signos extraordinarios que acompañarán ese momento. Pero no puede sustraerse totalmente a esos signos. Y especialmente significativo es en Lucas la actitud que se ha de tener ante todo eso: vigilad (agrupneô) con la oración (v.36). Es lo propio de Lucas: la vigilancia que pide es teológica, la que mantiene abiertos los ojos del alma y de la vida. En la obra de Lucas, el talante de oración es la clave de las grandes decisiones de Jesús y de la comunidad. Y este momento que describe es clave en cada historia personal y de toda la humanidad. En definitiva, la llamada a la “vigilancia en la oración” responde muy bien a la visión cristológica del tercer evangelista: eso quiere decir que la conducta del cristiano debe inspirarse más en la esperanza que en el temor. No en vano Lucas se ha cuidado mucho de presentar a Jesús, en este caso sería el mismo Hijo del hombre, más como salvador de todos que como juez de todos.

III.3. A los hombres, continuamente se nos escapan muchas cosas por los “agujeros negros” de nuestro universo personal, pero la esperanza humana y cristiana no se puede escapar por ellos, porque eso se vive en la mismidad de ser humano. Lo apocalíptico, mensaje a veces deprimente, tiene la identidad de la profunda conmoción, pero no es más que la expresión de la situación desamparada del ser humano. Y sólo hay un camino para no caer en ese desamparo inhumano: vigilar, creer y esperar que del evangelio, del mensaje de Jesús, de su Dios y nuestro, nos viene la salvación, la redención, la liberación. Por eso, en la liturgia del Primer Domingo de Adviento se pide y se invoca a la libertad divina para que salga al encuentro del impulso desvalido de nuestra impotencia.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

Comentario Bíblico. Evangelio (Juan 12,20-33): La hora de la verdad es la hora de la muerte y ésta, de la gloria

III.1. El texto de Juan nos ofrece hoy una escena muy significativa que debemos entender en el contexto de toda la «teología de la hora» de este evangelista. La suerte de Jesús está echada, en cuanto los judíos, sus dirigentes, ya han decidido que debe morir. La resurrección de Lázaro (Jn 11), con lo que ello significa de dar vida, ha sido determinante al respecto. Los judíos, para Juan, dan muerte. Pero el Jesús del evangelio de Juan no se deja dar muerte de cualquier manera; no le roban la vida, sino que la quiere entregar El con todas sus consecuencias. Por ello se nos habla de que habían subido a la fiesta de Pascua unos griegos, es decir, unos paganos simpatizantes del judaísmo, “temerosos de Dios”, como se les llamaba, que han oído hablar de Jesús y quieren conocerle, como le comunican a Felipe y a Andrés. Es entonces cuando Jesús, el Jesús de san Juan, se decide definitivamente a llegar hasta las últimas consecuencias de su compromiso. El judaísmo, su mundo, su religión, su cerrazón a abrirse a una nueva Alianza había agotado toda posibilidad. Una serie de “dichos”: sobre el grano de trigo que muere y da fruto (v.24); sobre el amar y perder la vida (v. 25) (como en Mc 8,35; Mt 10,39; 16,25; Lc 9,24; 17,33) y sobre destino de los servidores junto con el del Maestro, abren el camino de una “revelación” sobre el momento y la hora de Jesús.

III.2. Efectivamente las palabras que podemos leer sobre una experiencia extraordinaria de Jesús, una experiencia dialéctica, como en la Transfiguración y, en cierta manera, como la experiencia de Getsemaní (Mc 14,32-42; Mt 26,36-46; Lc 22,39-46) son el centro de este texto joánico, que tiene como testigos no solamente a los discípulos que eran judíos, sino a esos griegos que llegaron a la fiesta e incluso la multitud que escuchó algo extraordinario. Muchos comentaristas han visto aquí, adelantado, el Getsemaní de Juan que no está narrado en el momento de la Pasión. En eso caso puede ser considerado como la preparación para la “hora” que en Juan es la hora de la muerte y esta, a su vez, la hora de la gloria. El evangelista, después de la opinión de Caifás tras la resurrección de Lázaro de que uno debía morir por el pueblo (Jn 11,50s), está preparando todo para este momento que se acerca. Ya está decidida la muerte, pero esa muerte no llega como ellos creen que debe llegar, sino con la libertad soberana que Jesús quiere asumir en ese momento.

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CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 9 (24 de septiembre de 2020)

LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

Hoy, 24 de septiembre, la Iglesia celebra a la Virgen bajo la advocación de Mercedes; advocación, propagada por la Orden de la Bienaventurada Virgen María de las Mercedes—así llamada actualmente— por San Pedro Nolasco en el Siglo XIII, con el propósito de redimir a los cautivos… redimir a los cristianos esclavizados por los moros…
Durante la Guerra de Independencia de la América Española, la Virgen de las Mercedes fue invocada en repetidas ocasiones… El Gral. Manuel Belgrano —Prócer argentino— juró Generala del Ejército a la Virgen de las Mercedes durante la Batalla de Tucumán, que se desarrolló el 24 de septiembre de 1812 —un día de la Virgen de las Mercedes. Al amanecer, justo antes de comenzar la Batalla, se presentó un fenómeno extraordinario de la naturaleza, que describe un testigo presencial: “una pequeña nube se descubría en el cielo en figura piramidal, sostenida por una base, que parecía sostener una efigie de la imagen de Nuestra Señora”. Los soldados del Ejército al mando del Gral. Belgrano se sintieron protegidos por la Virgen…
Al anochecer del mismo día, se había decidido la Batalla a favor del ejército patriota, fugándose el ejército realista… A los dos días de la Batalla, el 26 de septiembre, el Gral. Belgrano despachó su famoso oficio al Gobierno en Buenos Aires anunciando el triunfo y atribuyéndolo a la intercesión de la Virgen de las Mercedes: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos”.
Transcurridos algunos años, el Gral. Antonio José de Sucre se disponía a conquistar la ciudad de Quito… Es conocido, que durante la campaña que emprendió desde Guayaquil, le escribió a la Madre Rosa de la Santísima Trinidad, Priora del Carmen Alto de Quito —Monasterio de Monjas Carmelitas Descalzas—, solicitándole oraciones… No se ha hallado la carta, que Sucre dirigió a la Priora con tal objeto; pero, existe la carta de la Priora al Gral. Sucre, asegurándole haber cumplido con su solicitud y felicitándolo efusivamente por el resonante triunfo de la Batalla de Pichincha…
Efectivamente, el 24 de mayo de 1822, el Ejército Libertador, al mando del Gral. Sucre había triunfado en las faldas del volcán Pichincha, que domina la hermosa ciudad de Quito… El 27 de mayo se efectuó una celebración —probablemente un Te-Deum— en la Catedral de Quito, en la cual pronunció una “Oración gratulatoria” el R.P. José Bravo, Fraile de la Orden de la Merced…
Cinco días después de la Batalla de Pichincha, el 29 de mayo, las corporaciones y personas notables de Quito celebraron una importante asamblea, cuya acta se ha conservado; entre otras cosas, la asamblea resolvió: “Establecer perpetuamente una función religiosa, en qué celebrar el aniversario de la emancipación de Quito; la cual se hará trasladando en procesión solemne la víspera de Pentecostés, a la Santa Iglesia Catedral, la imagen de la Madre de Dios, bajo su advocación de Mercedes, y en el día habrá en ella Misa clásica con sermón, a que concurrirán todas las corporaciones, y será considerada como la primera fiesta religiosa de Quito”; además: “Celebrar una Misa de gracias el domingo dos del entrante, con toda pompa para rendir al Dios de los Ejércitos nuestro homenaje y reconocimiento por la transformación gloriosa de Quito”.
¿Por qué la asamblea resolvía establecer perpetuamente, es decir, todos los años, una función religiosa “trasladando en procesión solemne la víspera de Pentecostés, a la Santa Iglesia Catedral, la imagen de la Madre de Dios, bajo su advocación de Mercedes”? Probablemente, porque decidía perpetuar lo que se había practicado inmediatamente después de la Batalla de Pichincha… El día de la Batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822, cayó el viernes antes de Pentecostés… El pueblo de Quito, transportado en entusiasmo por la victoria del Ejército Libertador en la Batalla de Pichincha, había llevado en procesión la imagen de su Patrona, la Virgen de las Mercedes, a la Catedral de Quito al día siguiente de la Batalla, es decir, el 25 de mayo, la víspera de Pentecostés razón, por la cual la asamblea del 29 de mayo establecía, que la imagen de la Virgen de las Mercedes fuera trasladada todos los años a la Catedral, la víspera de Pentecostés …
En cuanto a la Misa decretada para el domingo, 2 de junio, “con toda pompa para rendir al Dios de los Ejércitos nuestro homenaje y reconocimiento por la transformación gloriosa de Quito”, hay una carta del Gral. Antonio José de Sucre, fechada el 31 de mayo, dirigida al Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Quito: “Siendo el primer deber de un católico rendir el homenaje de su reconocimiento al Dios de las batallas, cuya protección en favor de la causa santa de la Independencia fue tan visible en la memorable jornada del 24 del corriente, que ha fijado para siempre los felices destinos de Quito, terminando a un mismo tiempo los terribles males que la tiranía y la opresión hacían sufrir a estos pueblos, se ha dispuesto que el domingo 2 de junio se celebre en la Santa Iglesia Catedral una solemne fiesta de acción de gracias, y yo recomiendo a V.S.M.V., que ésta se haga con todo el aparato, pompa, decencia y majestad que exige la grandeza del motivo que nos impele a hacer esta manifestación de nuestra gratitud al Todopoderoso por los triunfos con que ha coronado nuestros votos por la libertad”. Una magnífica carta, sin duda…

Pbro. Ramón Vinke

Comunidad. XVI Domingo del Tiempo Ordinario

Avanza el mes de julio. La atención de medio mundo está puesta en la pandemia del coronavirus, que en algunos rincones del planeta está en su punto más álgido, y en otros amenaza con peligrosos rebrotes… Lloramos a quienes se fueron o han sufrido la enfermedad y miramos con miedo esa crisis económica de la que avisan, y que repercutirá directamente en muchos hogares, quizás en los nuestros, y seguro que en los de los más débiles. Como siempre…

La realidad, cuando nos asusta, despierta en nosotros lo peor que guardamos dentro. Es como si necesitáramos encontrar culpables, no solo en la esfera pública sino también en nuestro entorno más cercano. El mal humor o el enfado, en ocasiones empujan a la crispación o al odio, tantas veces alentado desde las sombras más oscuras.

Nos rodea el mal, y hay momentos en que lo percibimos de una forma casi evidente: en el misterio de un virus tan pequeño y cruel, en las relaciones sociales tensas e interesadas, en la desesperanza que nos ciega para mirar al futuro. Convivimos con el mal y no sabemos cómo abordarlo.

Nadie, a lo largo de los siglos, ha logrado una explicación convincente sobre su origen: filósofos, teólogos o las distintas ramas del saber humano lo han intentado. Tampoco el Evangelio da una respuesta sobre su procedencia. Pero sí nos da claves para saber convivir con él. La comunidad de Mateo, cincuenta años después de la Pascua, se sorprendía de que el Reino no triunfase sobre el mal y su poder. El libro de la Sabiduría (medio siglo antes) también se hacía preguntas similares… Jesús tiene una respuesta, para entonces y para ahora: deben convivir juntos. Pues aunque el mal tiene efectos evidentes, el Reino de Dios crece desde lo pequeño y sin hacer ruido: esas semillas no se perderán sino que crecerán a su tiempo.

Fr. Javier Garzón Garzón
Convento Santo Tomás de Aquino – ‘El Olivar’ (Madrid)

Con Jesús Señor de la Historia – Nº 1

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 1 (11 de junio de 2020)

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CORPUS CHRISTI

La Solemnidad del “Corpus Christi” se celebra el segundo jueves después de Pentecostés, aunque en algunos lugares la celebración se traslada al segundo domingo después de Pentecostés… En realidad, son dos las Solemnidades eucarísticas a lo largo del Año Litúrgico: el Jueves Santo, en que se conmemora la institución de la Eucaristía: la Última Cena, que Jesucristo celebró con sus discípulos, la noche antes de ser entregado; y el “Corpus Christi”, la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en que el énfasis está más bien en la presencia verdadera, real y substancial de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar, como lo formularía el Concilio de Trento…

La piedad eucarística de Santa Juliana del Monte Cornillón dio lugar a la Solemnidad del Corpus Christi… En ese Monte, cercano a la ciudad de Lieja —actualmente en Bélgica—, estaban establecidas cuatro comunidades de espiritualidad agustiniana, dos de las cuales eran también leprocomios: una comunidad de hombres sanos y otra de hombres enfermos —todos célibes, regidos todos por un mismo Prior—; una comunidad de mujeres sanas y otra de mujeres enfermas —todas célibes, regidas todas por una misma Priora. A la comunidad de mujeres sanas ingresó Santa Juliana, muy joven, a finales del Siglo XII y principios del Siglo XIII, y, con el tiempo, se hizo Priora… De una gran devoción al Santísimo Sacramento, logró, que el Obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, sacara en procesión el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad… Como todos los Santos, Santa Juliana tuvo que soportar algunas contradicciones, teniendo que abandonar en el año 1248 la comunidad de Monte Cornillón para refugiarse en Monasterios cistercienses femeninos… En una celda de uno de esos Monasterios falleció en el año 1258, estando el Santísimo Sacramento expuesto…

En Lieja había conocido a Santa Juliana el Canónigo Santiago Pantaleón de Court-Palais, quien, con todo y su origen humilde, llegó a ser Obispo de Verdún, luego Patriarca de Jerusalén —eran los tiempos de las cruzadas— y Papa, con el nombre de Urbano IV.  Durante su corto pontificado, instituyó para toda la Iglesia la Solemnidad del “Corpus Christi” en 1264, apenas seis años después de la muerte de Santa Juliana…

Desde sus inicios, la celebración de la Solemnidad del “Corpus Christi” revistió gran majestuosidad en toda Europa, especialmente también en los pueblos y ciudades de España… No solo los grandes señores, sino también los gremios de comerciantes y artesanos aportaban elementos de carácter popular, como danzas, autos sacramentales, comparsas de gigantes y cabezudos… De España, vino la celebración a América… también a Venezuela…

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Comentario Bíblico – Señor mío y Dios mío

IIIª Lectura (Jn 20,19-31): ¡Señor mío!

III.1.El texto es muy sencillo, tiene 2 partes (vv. 19-23 y vv. 26-27) unidas por la explicación de los vv. 24-25 sobre la ausencia de Tomás. Las dos partes inician con la misma indicación sobre los discípulos reunidos y en ambas Jesús se presenta con el saludo de la paz (vv. 19.26). Las apariciones, pues, son un encuentro nuevo de Jesús resucitado que no podemos entender como una vuelta a esta vida. Los signos de las puertas cerradas por miedo a los judíos y cómo Jesús las atraviesa, “dan que pensar”, como dice Ricoeur, en todo un mundo de oposición entre Jesús y los suyos, entre la religión judía y la nueva religión de la vida por parte de Dios.

III.2. El “soplo” sobre los discípulos recuerda acciones bíblicas que nos hablan de la nueva creación, de la vida nueva, por medio del Espíritu. Se ha pensado en Gn 2,7 o en Ez 37. El espíritu del Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos a la misión se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. El Israel viejo, al que temen los discípulos, está fuera de donde se reúnen los discípulos (si bien éstos tienen las puertas cerradas). Será el Espíritu del resucitado el que rompa esas barreras y abra esas puertas para la misión. En Juan, “Pentecostés” es una consecuencia inmediata de la resurrección del Señor. Esto, teológicamente, es coherente y determinante.

III.3. La figura de Tomás es solamente una actitud de “antiresurrección”; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva.

III.4. Tomás no se fía de la palabra de sus hermanos; quiere creer desde él mismo, desde sus posibilidades, desde su misma debilidad. En definitiva, se está exponiendo a un camino arduo. Pero Dios no va a fallar ahora tampoco; Jesucristo, el resucitado, va a «mostrarse» (es una forma de hablar que encierra mucha simbología; concretamente podemos hablar de la simbología del “encuentro”) como Tomás quiere, como muchos queremos que Dios se nos muestre. Pero así no se “encontrará” con el Señor. Esa no es forma de “ver” nada, ni entender nada, ni creer nada.

III.5. Tomás, pues, debe comenzar de nuevo: no podrá tocar con sus manos la heridas de las manos del Resucitado, de sus pies y de su costado, porque éste, no es una «imagen», sino la realidad pura de quien tiene la vida verdadera. Y es ante esa experiencia de una vida distinta, pero verdadera, cuando Tomás se siente llamado a creer como sus hermanos, como todos los hombres. Diciendo «Señor mío y Dios mío», es aceptar que la fe deja de ser puro personalismo para ser comunión que se enraíce en la confianza comunitaria, y experimentar que el Dios de Jesús es un Dios de vida y no de muerte.

Fry Miguel de Burgos Nuñez

Pensamiento sobre la bendición Urbi et Orbi.

Del Padre Josef Hare.

El momento más lleno de simbolismo y más emotivo de un Papa en lo que lleva este siglo.

Un pensamiento sobre la bendición que acaba de dar el Papa hace unos minutos en Roma…

Desde el 28 de marzo de 2005, cuando Juan Pablo II se asomó a dar su última bendición y no pudo hablar por la enfermedad creo que no se veía algo de este calibre. En aquel entonces el Papa cansado se aferraba a la cruz en su último aliento de vida.

Hoy rescato cuatro elementos que quizás pasaron desapercibidos a los ojos de muchos y que van más allá del discurso.

  1. La presencia del Papa con su sotana sencilla y sin abrigo, sin paraguas en medio de una tarde bastante fría y lluviosa que estamos viviendo en Roma. La plaza de San Pedro hoy se encontraba totalmente vacía y en medio del frío y la soledad el Papa nos recuerda que Dios no calla y está cercano.
  2. El crucifijo. Como amante del arte y la historia no sabía que pensar al ver una escultura de madera de más de 700 años recibiendo el agua fría de la lluvia de esta tarde.
    El simbolismo fue aún más fuerte aún. El crucifijo bañado en la penumbra de la última luz de la tarde daba el aspecto de Jesús en el Calvario derramando su sangre y como si Dios derramara su llanto por la humanidad. El rostro exánime y las llagas moradas del crucifijo de la Iglesia de San Marcelo que sacaron en 1522 durante la peste, hablaban al sufrimiento que tantos vivimos de manera directa o indirecta en estos días.
  3. La Virgen. Por primera vez en no sé cuántos siglos salió de la Basílica de Santa María Mayor el icono de la Virgen que estaba a la derecha del crucifijo. Aunque protegido por un cristal, igualmente es una obra de más de 1500 años de antigüedad. Como el día en que Cristo entregó su vida, en medio de la soledad y el silencio la única que estaba ahí sufriendo con él era su madre. Qué reconfortante es la presencia de una madre en momentos de dolor, y ahí junto a la cruz, junto a nosotros estaba María representada.
  4. La bendición con Cristo Eucaristía.
    Para quienes están acostumbrados a ver la bendición Urbi et Orbi, sabrán que sólo se hace dos veces al año (navidad y pascua) y nunca con el Santísimo Sacramento. En esta ocasión no fue el Papa quién dio la bendición al mundo, sino Cristo mismo presente en la hostia consagrada en medio del repique de campanas que simbolizan la alegría.

¡Que sigan teniendo una Santa Cuaresma!