Día: 12 de abril de 2014

Cantaremos. 13 de Abril. Domingo de Ramos /A

La celebración litúrgica de esta fiesta tiene un rico simbolismo. Comienza con el gozo por la llegada del Mesías. Pero ese mesianismo es presentado en su novedad inaudita con el relato de la pasión y la muerte de cruz. Al celebrar después la Cena del Señor, nos encontramos con el Resucitado dándose a nosotros y garantizando que su entrega por amor hasta la muerte ha fructificado en gloria. El domingo de Ramos nos va sumergiendo en el silencio contemplativo de la cruz, ese “árbol único en nobleza donde la Vida empieza con un peso tan dulce en su corteza”. El la liturgia de este domingo celebramos esa síntesis de alegría y dolor, de amor y de rechazo, de vivas y silencio, que son la trama de nuestra existencia humana, que Jesús de Nazaret vivió en su propia carne. El relato de San Mateo sobre la Pasión presenta a Jesús como el Justo que ama a Dios “con todo sus corazón, con todos sus recursos y con toda su vida”. Y nos plantea el interrogante: ¿Quieres emprender el camino de una vida nueva entrando con Jesús en Jerusalén, siguiéndole hasta el calvario donde se verifica que el amor es más fuerte que la muerte? Que la celebración de la muerte y resurrección sea tiempo de gracia para crecer en nuestra vocación bautismal como seguimiento de Jesucristo.

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino "Olivar" (Madrid)

CANTAREMOS:

      • Que alegría cuando me dijeron……………………………………………..152
      • Shalom, hosanna…………………………………………………………………177
      • Lloró amargamente: perdona a tu pueblo……………………….………129
      • Al terminar la lectura de la Pasión: Victoria, Tu reinarás………..….216
      • Señor del Universo……………………………………………………………….170
      • Quién es ese………………………………………………………………………..175
      • Por ti Señor………………………………………………………………………….174
      • Alabaré…………………………………………………………………………………17

El Papa Franciscus envía mensaje a nuestro país

Al Excelentísimo Presidente Nicolás Maduro Moros,
a los Honorables miembros del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela,
a los Honorables Representantes de la Mesa de Unidad Democrática
y a los Honorables Cancilleres del UNASUR:

Deseo ante todo darles las gracias por la invitación que han dirigido a la Santa Sede para participar en el proceso de diálogo y paz por su querido País. A cada uno de ustedes deseo asegurarles, ante todo, mis oraciones, para que el encuentro y el proceso que están iniciando produzcan los frutos deseados de reconciliación nacional y de paz, dones que invocamos de Dios para todo el pueblo venezolano.
Soy consciente de la inquietud y del dolor vividos por tantas personas y, mientras manifiesto preocupación por cuánto está ocurriendo, renuevo mi afecto por todos los venezolanos, en particular por las víctimas de la violencia y por sus familias. Estoy plenamente convencido de que la violencia nunca podrá traer paz y bienestar a un País, ya que ella genera siempre y sólo violencia. Al contrario, por medio del diálogo ustedes pueden redescubrir la base común y compartida que conduce a superar el momento actual de conflicto y polarización que hiere tan profundamente Venezuela, para encontrar formas de colaboración.
En el respeto y en el reconocimiento de las diferencias que existen entre las Partes, se favorecerá el bien común. Todos ustedes, en efecto, comparten el amor por su País y por su pueblo, como también las graves preocupaciones ligadas a la crisis económica, a la violencia y a la criminalidad.

Todos ustedes llevan en el corazón el futuro de sus hijos y el deseo de paz que caracteriza a los venezolanos. Todos tienen en común la fe en Dios y la voluntad de defender la dignidad de la persona humana.
Precisamente esto les aúna y les apremia a emprender el diálogo que hoy inicia, en cuya base debe estar una auténtica cultura del encuentro, que sea consciente de que la unidad siempre prevalece sobre el conflicto. Les invito, pues, a que no se detengan en la coyuntura de lo conflictivo, sino a que se abran unos a otros para hacerse y ser auténticos constructores de paz. En el centro de cada diálogo sincero está, ante todo, el reconocimiento y el respeto por el otro. Sobre todo está el “heroísmo” del perdón y de la misericordia, que nos rescatan del resentimiento, del odio y abren un camino realmente nuevo. Se trata de un camino largo y difícil, que requiere paciencia y valentía, pero es el único que puede conducir a la paz y a la justicia. Por el bien de todo el pueblo y por el futuro de sus hijos, les pido que tengan este coraje.
Con estos sentimientos acompaño a toda la querida Nación venezolana, y a cada uno le imparto de corazón la Bendición Apostólica, invocando la ayuda del Señor.
Vaticano, 10 de abril de 2014, segundo de mi Pontificado.
FRANCISCUS