18 de Agosto. XX Domingo del Tiempo Ordinario /A

Evangelio según san Mateo (Mt 15,21-28)

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
– «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
– «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó:
– «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: -«Señor, socórreme.» Él le contestó:
– «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso:
– «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió:
– «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.