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Lectura : Caminar hacia la Resurrección.

  • Evangelio: Marcos (9,1-9): Caminar hacia la Resurrección

III.1. El relato de la Transfiguración de Marcos nos asoma a una experiencia intensa de Jesús con sus discípulos, camino de Jerusalén después de haber anunciado la pasión, para que esos discípulos puedan meterse de lleno en el camino y en la verdadera misión de Jesús. Los discípulos, o bien desean los primeros puestos del reino, o bien quieren quedarse en el monte de la gloria de la transfiguración, como Pedro. Jesús va al monte para orar y entrar en el misterio de lo que Dios le pide; desde esa experiencia de oración intensa puede iluminar su vida para saber que le espera lo peor, pero que Dios estará siempre con él. Es una escena importante y compleja que viene a ser decisiva en el desarrollo del evangelio y de la vida de Jesús que ahora ya mira a Jerusalén como meta de su vida. Tenemos que pensar que más que otra cosa, (aunque haya una experiencia histórica de Jesús y sus discípulos en un monte), esta escena es una construcción teológica del evangelista, con todas sus consecuencias. En Jn 12,28-30 encontramos una experiencia de este tipo. El relato, en una teofanía que abarca casi todo, tiene tres partes: a) vv.1-4 y b) vv. 5-8 y una conclusión c) vv. 9-10 sobre el “secreto mesiánico”, que es muy propio de Marcos y la pregunta de los discípulos sobre la resurrección de entre los muertos.

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La dignidad humana no se compra, es un don.

III.1. El evangelio de Mateo, hoy, nos sitúa en el corazón de las polémicas que Jesús mantiene con los dirigentes en Jerusalén y que los evangelistas sitúan al final de su vida, precediendo a la pasión (cf. Mc 12,13-17; Lc 20,20-26). Esta vez querían comprometerlo a fondo con las autoridades romanas, que vigilaban ferozmente cualquier movimiento social o político para castigar cualquier rebeldía. Oponerse al César, incluso en nombre de Dios, era ir contra la «pax romana», uno de los mitos de la época. Los espías pretenden halagarlo (Mateo sigue a Marcos y nos habla de los fariseos y los herodianos; Lucas, más coherente, nos habla de espías para entregarlo al gobernador), pero en el punto de mira está el prefecto romano Poncio Pilato, que era un gobernante de una crueldad sin miramientos, vengativa y arbitraria. Los judíos lo odiaban porque había introducido en Jerusalén bustos e insignias del César, además de haber usado el dinero sagrado del templo para construir un acueducto que llevara el agua a Jerusalén (Josefo, De Bello 2,9,2; 2,9.4).

III.2. La hierocracia y aristocracia de la ciudad santa mandan sus espías para poder deshacerse de este profeta galileo que anuncia el Reino de Dios, pero que no coincide con el reino de Roma, ni con el concepto que tienen del mismo algunos partidarios de la revolución contra Roma, ni específicamente con el reino que ellos quieren manipular en nombre de Dios. Los rebeldes dejaban a las claras que la única soberanía que aceptaban bajo el suelo de Judea es la de Dios (Ex 20,4-5); en ello Jesús podría estar de acuerdo. Pero las trazas, entre uno y otros, son muy distintas. Es verdad que Jesús parecía estar en un callejón sin salida: frente a Poncio Pilato, frente a las autoridades, frente a los revolucionarios nacionalistas, frente a todos. No obstante, él la encontró; la encontró recurriendo a las dignidad humana que Dios ha puesto en el corazón de toda persona como imagen suya. Los espías, con su trampa, van a caer en su propia ignominia, porque llevan en sus manos el “denario” con la efigie de Tiberio… pero Jesús no lleva nada en su zamarra. Solamente tiene su palabra y la fuerza de la sabiduría del reinado de Dios.

 

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Al desierto, igual que su maestro.

Al desierto, igual que su maestro.

Benedicto XVI, el Papa que muchos tildaron de “conservador y retrógrado” ha sorprendido al mundo con una decisión que tal vez muy pocos tendrían la valentía de tomar.
Una mente brillante aunada a una excelente preparación filosófica y teológica marcada por las Escrituras y por los Padres de la Iglesia, guiada además por un pensamiento esencialmente histórico, además del dominio de diez lenguas y de ser un virtuoso pianista. Su libro “Folosofía, Teología e Historia así lo patentiza. Alli expresa que la fe de la Iglesia debe fundamentarse en el aspecto liberador del Evangelio y en la tradición primitiva del cristianismo, en especial de los Padres de la Iglesia, de los que es posible hacer una re-lectura para el hombre de hoy.

Fue colega de Hans Küng en el año 1966, pero a un momento dado tuvo con él grandes divergencias. Su libro “Introducción al Cristianismo” refleja una claridad sorprendente, así como una profunda sinceridad en el señalamiento de aspectos que deben corregirse dentro de la Iglesia y del Papado; en algún momento fue malinterpretado por personas que lo utilizaron para cuestionarlo. Pareciera ésta ser una constante en su vida. Se distanció de los movimientos marxistas de los años 60 que en Alemania terminaron en serios disturbios a finales de los años 1968 y 69.
Fundó en 1972 la publicación teológica Conmunio, junto con Hans Urs Balthasar, Henri de Lubac y otros. Publicación que se ha convertido en una de las más influyentes del mundo. Publicada en diecisiete idiomas, alemán, inglés y español entre otros.

En marzo de1977 fue consagrado arzobispo de Múnich y Freising y luego en junio Pablo VI lo nombró Cardenal del título de S. María Consolatrice al Tiburtino. En 1977 se produce su primer encuentro con Karl Wojtyla, después de haber cruzado correspondencia, ideas y libros por muchos años con él. Como Profesor de Teología abría el acceso a sus alumnos, a pensadores que en aquél momento eran considerados de avanzada y por lo tanto inspiraban la desconfianza de la Jerarquía católica, tales como Yves Congar y Henri de Lubac, así como de autores protestantes como Karl Barth, Oscar Cullmann o Dietrich Bonhoffer. Esto le atrajo recelos dentro del ala conservadora de la Iglesia.
Defendía la necesidad de abrirse a un nuevo lenguaje, que partiendo del Evangelio conectara más con el mundo contemporáneo. En el Concilio Vaticano II, en un debate defendió la idea de la elaboración creativa de los textos con una nueva manera de exponer las verdades centrales del Cristianismo, como la Revelación o la Salvación.

Combatió la identificación del compromiso social cristiano en colaboración con las nuevas estructuras de poder revolucionario político que surgieron en latinoamérica. Condenó las más exacerbadas manifestaciones de la Teología de la Liberación, imbuída por las ideas extremistas de un maxismo que ya estaba en decadencia.
Siempre consideró que el Cristianismo va mucho más allá de la mezquina defensa de estructuras políticas y sociales que siempre serán pasajeras y que la fe cristiana es incompatible con sistemas de dominación y opresión, cualquiera sea su signo. Por eso denunció también los males derivados del Capitalismo y el Liberalismo occidentales.
Su obra pasará sin duda alguna, a formar parte del tesoro de la Iglesia al lado de los grandes Padres y Doctores de la Iglesia. Este nombre se le da a una serie amplia de escritores que va desde el siglo III hasta el Siglo VIII, que se caracterizan por la claridad de su doctrina, la santidad de vida y el reconocimiento de la Iglesia. Florecieron en Occidente, escribiendo en latín y en Oriente lo hicieron en griego, en armenio, copto, siríaco y árabe. Sus obras se sirven de la cultura griega y latina para explicar los misterios cristianos.
La Obra escrita de Ratzinger es sin duda alguna, una contribución valiosísima que contribuirá a acrecentar el patrimonio del pensamiento de la Iglesia.

Por Razones de su cargo J. Ratzinger ha escrito documentos de mucho peso que reflejan la postura de la Iglesia católica ante los problemas de diferente tipo que sacuden el mundo actual.
Le tocó estudiar la compatíbilidad de la Teología de la Liberación con la doctrina católica; así como prohibir el ejercicio de la enseñanza en nombre de la Iglesia a teólogos como Hans Küng, Leonargo Boff y otros españoles dicidentes de la Iglesia.

Esta sencilla nota no tiene pretención biográfica. Es sólo un homenaje nacido de la profunda admiración a una mente excepcionalmente brillante dedicada por completo al servicio de Cristo y de su Iglesia. Un sentido gesto de agradecimiento por las sabias orientaciones que supo imprimir a la Iglesia en el lapso de su pontificado y por el valioso legado de sus escritos, trabajo de toda una vida.

Al asceta y al mistico que hoy se retira a la soledad, igual que lo hacía Jesús cuando se iba a la soledad de la montaña o del desierto, le deseamos la plenitud de esa claridad interior que sólo emana de Dios. Que las largas horas de silencio sigan enriqueciendo su espíritu aún más, si es posible…y que allí nos encuentre a todos los fieles que continuamos en la misma barca, navegando en medio del oleaje turbulento del mundo en que nos toca vivir. Sus palabras seguirán como regueros de luz llegando a todos los rincones, pero su ejemplo conmueve, sacude el mundo, como la más exquisita prueba de generosidad, humildad y espíritu de servicio, cimentado en la fe firme de que es el Espíritu el que conduce a su Iglesia y que pese a todas las tormentas, “las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella”.

Julie Meucci M.
Caracas 1 de Marzo 2.013

 

Navidad. Hallacas.

HALLACAS PARA LA CENA DE NOCHEBUENA

Pbro. Ramón Vinke

En un artículo titulado “Hallaca (con motivo de las Navidades)” sostuvo Ángel Rosenblat -importante filólogo venezolano-, que el significado original de la palabra “hallaca” es el de “envoltorio o bojote”, y que partiendo de ese significado original la palabra “hallaca” ha pasado a designar el tamal venezolano…
¿Qué tan antigua es la hallaca como alimento? Felizmente, existen algunas referencias históricas… Un misionero italiano, el R.P. Filippo Salvatore Gilij, S.J. -Jesuita-, que estuvo dieciocho años entre los indios del Orinoco, escribe en el segundo tomo de su “Ensayo de Historia Americana”, publicado en Roma en el año 1782, sobre la elaboración del casabe y de la arepa… Y menciona también “la yayaca (así la llaman los españoles), que es un panecillo alargado de harina de maíz, que se suele hervir envuelto en hojas, (…) Caliente no es malo, y lo usan también muchos españoles”.
Por su parte, menciona el Gral. José Antonio Páez en su autobiografía unas “grandes comilonas de ‘hayacas'”, que por el año 1831 se llevaban a cabo en la hacienda de Súcuta, por los Valles del Tuy…
La siguiente referencia histórica a la hallaca -de la que se tiene conocimiento- corresponde al año 1852… El diplomático brasileño Miguel María Lisboa celebró la Navidad de ese año 1852 en Cumaná; y en su “Relación de un viaje a Venezuela, Nueva Granada y Ecuador” anota: “En Venezuela la víspera de la Navidad -Nochebuena- es celebrada con mucha animación y Cumaná es una ciudad cuyos habitantes están siempre listos para todo lo que sea fiesta. Era mucha la gente que venía del campo a oír la Misa del gallo; y más tarde al anochecer las calles presentaban un aspecto de extraordinario movimiento. Hacia las diez de la noche aumentó la concurrencia y numerosos grupos de cuarenta y cincuenta personas, entre las cuales había mucho enmascarado, recorrían las calles de la ciudad tocando guitarra y cantando canciones apropiadas para que lo que llaman ‘aguinaldos’. A la media noche todos entraron a las Iglesias a oír la Misa; después de la Misa siguió la cena en la que es de rigor que figure la ‘ayaca’, una especie de pastel de carne con pasas, muy condimentado y cubierto con una masa de maíz. Después de la cena, en muchas casas y por las calles continuaron el canto, la música, el baile y el regocijo hasta el amanecer”.
A finales del año 1859 -probablemente por la Navidad- participó el célebre escritor y orador Juan Vicente González en una degustación de hallacas de gallina…
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