Mes: agosto 2022

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Comentario Bíblico.

En un contexto social que sigue marcado por la exclusión frente al privilegio, en el que parece interminable la fila de quienes se esfuerzan por alcanzar los primeros puestos, la Palabra nos invita a tener “un oído atento”, un “corazón prudente” desde el que alcanzar la verdadera sabiduría.

El Dios, que como nos recuerda el salmo, “prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.”, nos habla de su radical opción por el enaltecimiento de los humildes y los mansos, a quienes Él revela sus secretos.

Humildad y amor gratuito parecen ser los ejes desde los que el Señor nos propone repensar nuestras relaciones humanas. Solo en medida en la que avanzamos en el camino del vaciamiento del yo, hacemos un lugar en nuestras vidas para que Dios actúe en nosotros -o a través de nosotros- en la construcción del banquete de la fraternidad universal.

Fray Juan Antonio Terrón Blanco
Casa de Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)

28 de Agosto. XII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Lucas (Lc 14.1-7-14)

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:

“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Luego dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.

Comentario Bíblico. Lucas (13,22-30)Dios nos espera para salvarnos.

III.1. El evangelio puede sonar un poco desconcertante, dependiendo en gran parte del dicho aislado “esforzaros de entrar por la puerta estrecha”. El pasaje se sitúa en el camino que Jesús emprende hacia Jerusalén y el seguimiento que ello implica, es una catequesis lucana del verdadero discipulado. Pero ¿para qué es necesario ser discípulo de Jesús? ¿para salvarse, para salvarnos? ¿Esa era la mentalidad del tiempo de Jesús heredada en ciertos círculos cristianos rigoristas? ¿Son pocos los que se salvan? Conociendo el mensaje de Jesús y su confianza en Dios, tendríamos que afirmar que Jesús no respondía a preguntas que se resolvieran desde el punto de vista legal.

III.2. En realidad la lectura a fondo de este evangelio plantea cuestiones muy importantes desde el punto de vista de la actitud cristiana. Jesús no responde directamente a la pregunta del número, porque no es eso algo que pueda responderse. Lo de la puerta estrecha es un símil popular y no debe producir escándalo, porque los caminos de Dios no son lo mismo que los caminos de los hombres: esto es evidente. Esta es una llamada a la “radicalidad” en todo caso, que pudiéramos transcribir así: quien quiera salvarse debe vivir según la voluntad de Dios. Eso lo dice todo, aunque para algunos no resuelve la cuestión. Por ello deberíamos decir que esa preocupación numérica fue más de los discípulos que trasmitieron estas palabras de Jesús (el Evangelio Q para algunos especialistas), que estaban más o menos obsesionados con un cierto legalismo apocalíptico y no bebían los vientos del talante profético de Jesús.

III.3. Siempre se ha dicho que Jesús lo que busca son los corazones y la actitudes de los que le siguen. Les pone una parábola de contraste, la del dueño de la casa que cierra la puerta. La mentalidad legalista es la de esforzarse por entrar por la puerta estrecha. En la parábola se adivina un mundo nuevo, un patrón, Dios en definitiva, que no entiende las cosas como nosotros, por números, por sacrificios, por esfuerzos personales de lo que se ha llamado “do ut des” (te doy para que me des). Muchos pensarán que han sido cristianos de toda la vida, que han cumplido los mandamientos de Dios y de la Iglesia de toda la vida (si es que eso se puede decir), que han sido muy clericales… pero el “dueño” no los conoce. ¿No es desesperante la conclusión? El contraste es que podemos estar convencidos que estamos con Dios, con Jesús, con el evangelio, con la Iglesia, pero en realidad no hemos estado más que interesados en nosotros mismos y en nuestra salvación. Eso es lo que la parábola de contraste pone de manifiesto.

III.4. ¿Las cosas deberían ser de otra manera? ¡Sin duda! Debemos aprender a recibir la salvación como una gracia de Dios, como un regalo, y a estar dispuestos a compartir este don con todos los hombres de cualquier clase y religión. Eso es lo que aparece al final de esta respuesta de Jesús. Los que quieren “asegurarse” previamente la salvación mediante unas reglas fijas de comportamiento no han entendido nada de la forma en la que Dios actúa. Por eso no reconoce a los que se presentan con señas de identidad legalistas, que ocultan un cierto egoísmo. No es una cuestión de número, sino de generosidad. En la mentalidad legalista y estrecha del judaísmo, que también ha heredado en muchos aspectos el cristianismo, la salvación se quiere garantizar previamente como se tratara de un salvoconducto inmutable e intransferible. No se trata de desprestigiar una moral, una conducta o una institución, como si el evangelio convocara a la amoralidad y el desenfreno para poder salvarse. Esta conclusión de moralismo barato (la “gracia barata” le llamaba Bonhoeffer) no es lo que piden las palabras de Jesús. Pero sí debemos afirmar rotundamente: si la salvación no sabemos recibirla como una “gracia”, como un don, no entenderemos nada del evangelio.

Fray Miguel de Burgos Núñez (1944-2019)

21 de Agosto. XXI Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Lucas ( Lc 13,22-30)

En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”

Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’.

Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.

Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

15 de Agosto. Asunción de María.

La Madre de Dios, Tan inmaculada en su cuerpo como en su alma, no conoce ni la corrupción de la culpa ni la corrupción de la tumba.

Asumida por su hijo para una especial unión con El, en muerte y en resurrección, su triunfo como el de su Hijo, preludia nuestro triunfo, si vivimos unidos a Cristo y asumidos y elevados por El.

Valeriano Ordoñez, s.j. -Editorial Herder, Barcelona.

Nicaragua: Hordas de Daniel Ortega, arrementen contra templos y sacerdotes.

Nicaragua se ha vuelto el epicentro del terrorismo de Estado que se está dirigiendo hacia todos los representantes de la Iglesia Católica. No es que sea algo nuevo, pero la furia con la que ahora las hordas de Daniel Ortega arremeten contra templos y sacerdotes no puede tener justificación alguna.

Por las redes sociales corren videos de la quema de una iglesia, del momento en que un hombre descamisado le pega por la cabeza a un sacerdote que está en un altar oficiando una misa, las palabras desesperadas de sacerdotes retenidos en sus casas por funcionarios policiales y muchos otros terribles atropellos. Los desastres que causaron en la iglesia que quemaron son espantosos, rompieron estatuas, libros, mobiliario, reliquias. Es obvio que para estos grupos de Ortega no tiene ningún significado que los nicaragüenses sean en su mayoría católicos.

La pelea del dictador Daniel Ortega contra la Iglesia Católica comenzó durante el primer gobierno sandinista en 1979. Aunque en el inicio, al derrocar a Somoza, el episcopado de ese país quería colaborar con la junta, poco a poco se fueron retirando porque se dieron cuenta de la facilidad con la que la nueva gente llegada al poder violaba los derechos humanos y, además, quería imponer un nuevo tipo de culto, sobre la base de la Teología de la Liberación.

Muchas críticas hicieron los obispos e incluso desde el Vaticano sobre esta pretensión, pues consideraron que la Iglesia no puede tener como principio una ideología como el marxismo, que niega por completo la fe. Los sacerdotes Ernesto Cardenal, Miguel D’Escoto y Edgar Parrales tomaron esta tarea de convertir a los creyentes con esta nueva doctrina, y hasta allí llegó la tolerancia. El papa Juan Pablo II los execró de la Iglesia.

Parece que Ortega no se olvida de lo difícil que fue para él las relaciones con la Iglesia. Pero sobre todo, sabe que está enraizada en lo más profundo del alma nicaragüense, por eso quiere eliminarla de cuajo, para poder manejar a la gente a su antojo; sabe que los sacerdotes en cada pueblo y en cada ciudad dicen las cosas como son y se atreven a enfrentarse al poder que viola los derechos humanos. Entre el clero de Nicaragua hay muchos hombres valientes.

Por eso salen las hordas a amedrentar, a meter miedo, a aterrorizar, para que ni los sacerdotes ni la feligresía se sienta segura en ningún templo y decida marcharse para dejarle el camino libre a Ortega, que quiere construir un Estado sin religión.

Es hora de que la Iglesia Católica exprese su solidaridad con el clero de Nicaragua, hay que hacerles saber que no están solos. No pueden dejarse abandonados porque de su trabajo depende en mucho el bienestar de los más desposeídos del país. Ortega no hace nada por ellos.

Comentario Bíblico. Homilia Dominical, 7 de Agosto

Evangelio según san Lucas (Lc 12,34-48)

III.1. El evangelio de Lucas nos ofrece aquí una serie de elementos que están en el Sermón de la Montaña, en Mateo, y un conjunto de parábolas (los criados que esperan a que su amo vuelva de unas bodas, el amo que vigila su casa por si llega un ladrón, y el administrador fiel al que se le ha confiado repartir el trigo) sobre la vigilancia y la fidelidad al Señor. La exhortación primera, que concluye con el dicho “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”, es toda una llamada a la comunidad sobre el comportamiento en este mundo con respecto a las riquezas. Lucas es un evangelista que cuida, más que ningún otro, este aspecto tan determinante de la vida social y económica, porque escribía en una ciudad (Éfeso o Corinto) donde los cristianos debían tomar postura frente a la injusticia y la división de clases.

III.2. El dicho del tesoro y el corazón es un dicho popular que encierra mucha sabiduría de siglos. Pero es propio de estos dichos (el llamado “Evangelio Q” como algunos lo llaman actualmente) poner de manifiesto la radicalidad sapiencial y escatológica que se vivió en aquellos momentos. Si bien es verdad que el rigor apocalíptico ya no es determinante, sí lo es el sentido que mantienen estas palabras. Vigilar, ahora, ya no es estar preocupados por el fin del mundo, sino estar preocupados por no poner nuestro corazón en los poderes y las riquezas. Son dichos para comprometerse en nuestro mundo, aunque sin perder la perspectiva del mundo futuro.

III.3. Lucas sitúa esto en el programa de buscar el Reino de Dios, pidiendo y exigiendo al cristiano no desear las mismas cosas que desean y tienen los poderosos de este mundo. El Reino exige otros comportamientos. Así, pues, las parábolas sobre la vigilancia y la fidelidad vienen a ser como el comentario a esa actitud. Es una llamada a la responsabilidad en todos los órdenes, pero especialmente la responsabilidad de saberse en la línea de que la vida tiene una dimensión espiritual, trascendente, sabiendo que hay que ponerse en las manos de Dios. Eso no es una huida de lo que hay que hacer en este mundo; pero, por otra parte, tampoco ignorando que nos espera Alguien que un día se ceñirá para servirnos si le hemos sido fieles. Ése de quien habla Jesús en la parábola, es Dios. Nosotros, mientras, administramos, trabajamos, ayudamos a los más pobres y necesitados, como una responsabilidad muy importante que se nos ha otorgado.tampoco ignorando que nos espera Alguien que un día se ceñirá para servirnos si le hemos sido fieles. Ése de quien habla Jesús en la parábola, es Dios. Nosotros, mientras, administramos, trabajamos, ayudamos a los más pobres y necesitados, como una responsabilidad muy importante que se nos ha otorgado.

Fray Miguel de Burgos Núñez (1944-2019).

7 de Agosto. XIX Domingo del tiempo ordinario.

Evangelio según san Lucas (Lc 12,35-40)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.

Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre”.