Autor: alberto

Orden de Predicadores. Lectio Divina.

Descubra la Lectio Divina #OP800

Domingo, Septiembre 18, 2016

Dominica XXV per annum (http://www.op.org/es/lectio/2016-09-18 )

Salir de nuestro egoísmo para pensar en los otros. 

Lectio

Oíd esto, los que pisoteáis a los necesitados y arruináis a los pobres de la tierra,  diciendo: “¿Cuándo pasará la luna nueva, para que vendamos el trigo; y el sábado, para que abramos los almacenes del trigo; para que reduzcamos el peso y aumentemos el precio, falsificando fraudulentamente las balanzas;  para comprar a los pobres por dinero y a los necesitados por un par de zapatos; para que vendamos los desechos del trigo?”  El Señor ha jurado por la gloria de Jacob: “¡No me olvidaré jamás de todas las cosas que han hecho! (Amos 8, 4-7)

Meditatio

Hoy en día los unos aprovechan anchas coyunturas favorables mientras que a los otros se les quita sus posesiones. Muy a menudo nos encontramos corriendo tras beneficios personales sin pensar en los otros. Lo que vale son nuestros intereses propios y los de nuestros familiares. Y todos los medios son buenos para conseguir tal fin incluso si se trata de “sacrificar” vida humana. Los juegos políticos y la salvaguardia de intereses egoístas y privados han vaciado la sociedad de sus valores humanistas y del respeto a la persona, criada a la imagen y al parecido de Dios (cf. Gn 1, 26).
Dios no se mantiene ni sordo ni mudo frente a las injusticias de nuestro tiempo. Desde lo alto del Cielo el Señor mira la raza de los hombres que explotan a los pobres. Y Dios pasa por nosotros para ofrecer justicia a los oprimidos. El mensaje de Amos recuerda nuestro compromiso bautismal puesto que por nuestro bautizo somos sacerdotes, reyes y profetas. Por eso tenemos que tener conciencia de nuestra misión profética en la sociedad actual. Tras Amos, como predicadores, tenemos esta noble misión de denunciar el descuido de ciertas clases que solo piensan en sus beneficios y la rapacidad de todas las personas que hacen altos beneficios a costa de los pobres. Somos llamados a reclamar el respeto del derecho y de la justicia antes que multiplicar la ceremonias religiosas. Así lo dice el sabio de los Proverbios : “ practicar la justicia y el derecho vale, para el Señor, más que el sacrificio” (Pr 21, 3).

El «terremoto cotidiano» de Alepo

Ibrahim Alsabagh  –  16/09/2016. revistahuellas.org

Queridísimos amigos:
Con gran amargura en el corazón recibimos la triste noticia del terremoto en Italia. Inmediatamente ofrecimos nuestras misas, oraciones, sufrimiento y fatiga por las almas de los fallecidos, por los heridos, por los familiares y amigos de las personas y familias afectadas. Seguimos rezando por todos vosotros.
En Alepo vivimos como si hubiera un terremoto continuo que no da señales de ir a acabar, una crisis absurda que dura ya más de cinco años. Continúa nuestro Via crucis y la larga agonía del pueblo sirio. Una agonía lenta. A esta parte del Cuerpo místico de la Iglesia cada vez le falta más aliento, las fuerzas decaen, consumadas por la flagelación de los cuerpos.
El último periodo, concretamente, ha sido de una tristeza infinita por las atrocidades y daños sufridos a causa de las bombas y misiles que siguen cayendo sin tregua en las casas y en las calles. Al visitar las casas afectadas, vemos cómo los daños cada vez son más ingentes, provocados por armas cada vez más sofisticadas y capaces de destruir cada vez más profunda y “cualitativamente”.
El sufrimiento toca cada vez más cerca a los habitantes de Alepo. Para que os hagáis una idea, os cuento tres hechos que han ocurrido últimamente.

Para leer la totalidad del texto, invito a ir a enlace siguiente :

http://www.revistahuellas.org/default.asp?id=418&id_n=8268

18 de Septiembre – XXV Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 16,1-13)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
–¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.
El administrador se puso a echar sus cálculos:
– ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero:
¿Cuánto debes a mi amo?
Este respondió:
– Cien barriles de aceite.
El le dijo:
– Aquí está tu recibo: aprisa, siéntate y escribe «cincuenta».
Luego dijo a otro:
– Y tú, ¿cuánto debes?
El contestó:
– Cien fanegas de trigo.
Le dijo:
– Aquí está tu recibo: Escribe «ochenta».
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

La Alegría de la fiesta por el Perdón es lo que la liturgia vive y celebra este domingo

Vos y yo ¿que alegría tenemos y buscamos?, ¿hemos probado ya la alegría del perdón de Dios y del perdón del hermano y al hermano, en este Año de la Misericordia?

Jesús en el Evangelio habla de la alegría del pastor de 100 ovejas cuando encuentra la oveja extraviada. Nos hace pensar en la alegría de la mujer que encuentra la moneda que perdió.  Y en el mismo capítulo 15 de san Lucas, Jesús nos conmueve con la alegría del padre bueno que recibe con los brazos abiertos al hijo pródigo, que se fue mal de la casa paterna. Intenta explicarte a vos y a mí, la alegría que hay en el cielo por un solo pecador que se convierte.

Son experiencias muy concretas de la realidad humana cotidiana, profunda, afectiva. Vos y yo ¿preferiremos quedarnos al margen como simples espectadores del trabajo, las renuncias y riesgos que otros sí asumen para alcanzar la alegría del perdón con la oportunidad que Dios y el hermano nos ofrecen?, ¿no estará incluso la posibilidad de que profundicemos y aumentemos la alegría espiritual del perdón, si ya lo tenemos?

En su exhortación “la alegría del Evangelio” Francisco nos invita a probar la alegría del Encuentro con Jesús, frente a la tristeza que nos deja buscar y probar solamente el sentirse bien que nos vende el mercado.

San Pablo se nos ofrece como testigo de la alegría del perdón. Confiesa haber sido blasfemo, perseguidor y violento, pero fue “misericordiado” para que se conociera la paciencia y magnanimidad de Jesucristo.

¿Seguiré buscando atajos a la felicidad o me pondré finalmente en camino como el Hijo pródigo?, ¿me dejare encontrar por Jesús como esa oveja pérdida o como la moneda? @jesuitaGuillo

http://es.radiovaticana.va/news/2016/09/10/la_alegr%C3%ADa_de_la_fiesta_por_el_perd%C3%B3n_celebra_la_liturgia_/1257099

11 de Septiembre – XXIV Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc  15, 1-32)

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”.
Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.
¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”.
También les dijo esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la herencia’. Y él les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.
El hijo mayor estaba en el campo, y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.
Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.
El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’ “.

Cantaremos – XXIII Domingo del Tiempo Ordinario /C

El verdadero discípulo de Jesús tiene que amar lo que él ama.

Lucas ha sacado en conclusión de todo esto lo que afirma en el v. 33: “quien no renuncia (apotássomai: se separa) de todos sus bienes, no puede ser mi discípulo” ¿Por qué?¿quería enseñar a odiar la riqueza o amar la pobreza? Pues ni una cosa ni la otra. Jamás Lucas pide amar la pobreza en sí. Quiere que todo se ponga en común, como señala en Hch 4,34, para que no haya indigentes entre los cristianos; o sea, la razón de renunciar a los bienes es para que no haya pobres e incluso para que haya justicia en el mundo. Es verdad que no debemos atenuar la fuerza del texto, y la lectura que podemos hacer del evangelio tendrá distintos tonos según el contexto cultural y social donde se viva. Debemos ser conscientes de que la pobreza y la riqueza existen personificadas: hay ricos, pocos; y muchos pobres. Pero hay bienes suficientes en el mundo para que todos tengan lo necesario. El mundo es injusto por causa de los que aman las riquezas y el poder; en muchos casos esos amores los trasmite la familia, el clan, el entorno, los intereses de clase y de grupo. Ese mundo se desmorona ante la radicalidad del Reino y de la vida de Jesús. Buscar la seguridad en los bienes de este mundo es poner el corazón en aquello que nos aleja de Dios (ponerlo en Mammón, el dios del dinero). La renuncia a la familia y a los bienes, tiene su lógica y su espiritualidad profética. Supone, es verdad, un cierto escándalo: el escándalo del reino de Dios.

Por tanto, el redactor del evangelio de Lucas, como catequesis en su lectura de la tradición de Jesús a su comunidad cristiana, ha sacado sus consecuencias prácticas: decidirse por Jesús debe ser primordial. Y en momentos determinados de la vida, quizás en situaciones límites o concretas, debemos preferir la radicalidad del evangelio, que es la radicalidad del Reino de Dios (de la voluntad de Dios) a las imposiciones religiosas, sociales y políticas de los “nuestros”. Eso no significa odiarlos, pero no podemos tener problema de conciencia, en nombre del evangelio, de “separarnos” (apotássomai) de su mundo y de sus imposiciones. Eso es lo que debe significar hoy, sin duda, el “odiar”: separarnos de sus criterios, de sus imposiciones injustas y de sus caprichos o de tradiciones ancestrales y sagradas, a veces, que no se pueden mantener si no dignifican o liberan de verdad. Esto, para la actitud de los cristianos en el mundo contra la injusticia, la guerra, el mercantilismo o una globalización inmisericorde, debe ser la verdadera alternativa de identidad. Si no lo hacemos, por no traicionar el entorno de “los nuestros”, habremos perdido nuestra identidad como seguidores de Jesús y de su evangelio.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

CANTAREMOS:

      • Iglesia peregrina ………………………………………. 108
        • Señor ten piedad –Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Este es el momento …………………………………..  73
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Hay un barco en la playa
      • Tan cerca de mi ………………………………………. 193
      • Viva Cristo ……………………………………………… 218

4 de Septiembre–XXIII Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según San Lucas (Lc 14,25-33)

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

Amazonía: Acuerdo entre la REPAM y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos

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Iglesia \ Mundo

Amazonía: Acuerdo entre la REPAM y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos

SHARE:(RV).- La red eclesial pan amazónica REPAM y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos han firmado un acuerdo por el que  se fomenta la promoción, la defensa y la obligación de respetar esta región de América del Sur que cuenta con una extensión de más de 6 millones de kilómetros cuadrados repartidos entre nueve países.

Mons. Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo (Perú) y representante del CELAM para la REPAM,  explica el gran significado que tiene este paso en el que se fija la posición de la Iglesia en una relación más directa para ayudarnos los unos a los otros en la búsqueda del bienestar “de nuestros hermanos indígenas de la Amazonía que experimentan la opresión y la presión de las industrias extractivas “.

Laudato Sì es la base del compromiso

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28 de Agosto – Domingo XXII del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 14, 1.7-14)

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:

“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Luego dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.