Autor: alberto

19 de Junio – XII Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc  9,18-24)

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.

Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”.

Médicos venezolanos piden intervención de la Iglesia para conseguir medicinas

(RV).- Debido a la escasez de suministros médicos y material quirúrgico en los hospitales de Venezuela, médicos han solicitado la intervención de la Iglesia para solicitar al gobierno un canal humanitario que permita la entrada de medicinas donadas desde otras naciones.

imageLos Médicos del Hospital Central de Maracay hicieron entrega de la solicitud a monseñor Rafael Ramón Conde Alfonzo, Obispo de Maracay. Quien subrayó la iniciativa de los venezolanos en el mundo dispuestos a iniciar una campaña de envío de medicamentos para hacerlos llegar a la patria. Sin embargo, ha señalado, que el problema se resolvería pronto si el gobierno permitiese que estos fármacos entrasen en el país, “ya que hasta ahora el obstáculo ha sido la prohibición del gobierno a aceptar la ayuda exterior”.  

El Obispo de Maracay definió la situación “muy desagradable”, y ha recordado que la organización internacional de Cáritas quiere actuar como un instrumento de mediación, para que los recursos necesarios lleguen al país y sean distribuidos de manera uniforme en función de las necesidades y bajo un control efectivo. “Confiamos en que el corazón de los gobernantes no sea tan duro como para mantener la prohibición de la entrada de las ayudas que nos ofrecen”, ha dicho monseñor Conde.  

Según informa la Agencia Fides, el Dr. Martín Graterol, traumatólogo, ha hecho de portavoz explicando que a través de sus cartas quieren expresar sus sentimientos y deseos de ver a la Iglesia interceder en favor de los pacientes, “para permitir lo más rápidamente posible y con la ayuda de Dios, que se solucione el grave problema de la falta de suministros médicos que tenemos en los hospitales”.

http://es.radiovaticana.va/news/2016/06/10/m%C3%A9dicos_venezolanos_piden_intervenci%C3%B3n_de_la_iglesia_para_co/1236353

12 de Junio – XI Domingo del Tiempo Ordinario /C

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 7,36-8,3)

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.

Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: “Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora”.

Entonces Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. El fariseo contestó: “Dímelo, Maestro”. Él le dijo: “Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”.

Entonces Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama”. Luego le dijo a la mujer: “Tus pecados te han quedado perdonados”.

Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: “¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?” Jesús le dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”.

Después de esto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.

Catequesis del Papa Francisco el primer miércoles de Junio.

No basta preguntarnos cuánto rezamos, sino cómo está nuestro corazón. Catequesis del Papa

El Papa con los participantes en la Asamblea de las Obras Misionales PontificiasLa parábola del fariseo y el publicano que suben al templo a orar, fue el punto de partida del Papa Francisco para seguir explicando, en la catequesis del primer miércoles de junio, cómo Jesús ha llevado la misericordia hasta su pleno cumplimiento. Después de haberse referido, en la catequesis precedente, a la parábola del juez y de la viuda, que habla de la necesidad de rezar con perseverancia, el Obispo de Roma habló sobre la justa actitud, enseñada por Jesús, para rezar e invocar la misericordia del Padre.  “¿Se puede rezar con arrogancia?” Preguntó Francisco a los fieles presentes en la plaza de san Pedro. “¿Se puede rezar con hipocresía?” “¡No!” Porque “la soberbia compromete cada buena acción, vacía la oración y aleja de Dios y de los demás”. 

Así resumió en nuestro idioma: “Queridos hermanos y hermanas: En la parábola del fariseo y el publicano, que suben al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la misericordia del Padre. El fariseo hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del prójimo. Nosotros hoy, más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia. El publicano ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios. Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente. La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su misericordia”.

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5 de Junio – X Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 7,11-17)

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: “Joven, yo te lo mando: levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

La misericordia de Dios. Alimento que siempre alcanza.

(Lc 9, 11-17)

El relato de este domingo nos lleva a uno de los pasajes más hermosos y conocidos de la vida de Jesús: La multiplicación de los panes y peces. Un relato de cuádruple tradición, es decir, presente en los 4 evangelistas, no siendo muchos los relatos con esta característica: La muerte de Jesús, el llamado de los discípulos, la expulsión de los demonios y otros. Entonces, de por si algo importante y definitivo está por ser contado.

El relato comienza sorprendiéndonos con la reacción de los discípulos más cercanos: “ya es tarde, despide a la gente para que vayan a buscar hospedaje y comida” (v 12). O en otras palabras: “ya estuvo bueno por hoy Jesús, ¡excelente día!… Así hacen nuestros maestros”, “ahora nosotros te invitamos la cena, tenemos 5 panes y dos peces, ¿qué dices?”. Pero no. La novedad es la respuesta de Jesús. Este maestro es diferente, sus criterios son otros. La gente no tiene por qué irse; que se queden y además que se pongan cómodos porque comerán hasta saciarse (v 15).

El impacto sobre los primeros cristianos que escucharían este relato es esperanzador. Es gente cansada, perseguida, quizás ya desilusionada del Jesús que decidieron seguir – como hoy ocurre con mucha gente. Sin embargo, ellos y ellas escuchan decir a Jesús: “Quédate, yo te daré de comer, y es más, te mostraré el modo para que el alimento no te falte nunca”. Dice Jesús a sus discípulos y a nosotros que hoy escuchamos estas palabras: “Denles a ellos lo que yo les he dado a ustedes”. Y así podemos preguntarnos: ¿qué me has dado Señor? ¿De qué vivo agradecido? ¿Qué puedo compartir para que la gente vuelva a acercarse a ti?

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29 de Mayo – Domingo, El Cuerpo y la Sangre de Cristo

Evangelio según san Lucas (Lc  9,11-17)

En aquel tiempo, Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.
Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario”. Él les contestó: “Denles ustedes de comer”. Pero ellos le replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente”. Eran como cinco mil varones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta”. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.
Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.

Cantaremos – Domingo de la Santísima Trinidad

¡El Paráclito, Espíritu de la Verdad, es el Intérprete de Jesús!

Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena… Os dará la interpretación de lo que está por venir. En el discurso de despedida se recogen algunos pequeños bloques de enseñanzas de Jesús sobre el Paráclito. En todos ellos se descubren algunos elementos importantes: en primer lugar, la diferenciación entre los dos en su ser y actuar (es el otro Paráclito); en segundo lugar, su armónica comunión en la actuación a favor de los hombres; en tercer lugar, la continuidad entre los dos. De este modo el Espíritu recibe la misión de guiar a la comunidad de los discípulos y, posteriormente, a toda la Iglesia, hacia la verdad plena. Esta comprensión de la verdad plena, obra del Espíritu, no consiste en añadir cosas que faltaran a la enseñanza de Jesús, sino en una comprensión más completa, íntima y personalizada. En definitiva, la Verdad es Jesús mismo en persona. El Espíritu nos conduce hacia la comprensión de la propia persona de Jesús. Pero además recibe la misión de interpretar todo lo que ha de suceder o lo que ha de venir. Esta expresión indica los acontecimientos centrales de la salvación. El Espíritu nos proporciona también la comprensión y asimilación de su muerte (aparentemente escandalosa) y su resurrección (misteriosamente desbordante para el hombre). Estos dos acontecimientos son los centrales en la ejecución del plan de Dios. Y esto es lo que había de venir, con el complemento necesario de su Vuelta gloriosa al final de los tiempos. Hoy también necesita la Iglesia esta acción del Espíritu al servicio de la causa de Jesús.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)

CANTAREMOS:

      • Que alegría cuando me dijeron
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Antífona – Aleluya
      • Este pan y vino Señor
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Al partir el Pan
      • Tan cerca de mi
      • Tomado de la mano

22 de Mayo–Domingo. La Santísima Trinidad

Evangelio según san Juan (Jn 16,12-15)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.