Parroquia San Andres Apostol

25 de Julio – XVII Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según sanJuan (Jn 6,1-15)

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: “Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

Comentario Bíblico. Evangelio: Marcos (6,30-34): Sedientos de su palabra

III.1. Este es un relato de transición, propio del redactor del evangelio de Marcos, que quiere preparar la primera multiplicación de los panes. Los Doce (aquí les llama apóstoles) vuelven de su misión, contentos de lo que han dicho y han hecho. Ya sabemos que lo que han dicho tiene que referirse a las cosas que Jesús les ha enseñado y que se centran en el anuncio de la llegada el reino de Dios. Lo que han hecho es liberar a las gentes de sus males, como han visto hacer a Jesús. En ese momento, por el desgaste que ello significa, Jesús quiere compartir con ellos en un lugar solitario pero, de pronto, aparece la multitud y deben marchar en una barca. La experiencia de la travesía, para quien la haya hecho, sabemos que es verdaderamente restauradora. Pero la escena nos asoma casi de inmediato de nuevo a la multitud que está sedienta y ansiosa de esta experiencia que los Doce tienen con Jesús.

III.2. Considero que el redactor de nuestro evangelio está jugando, simbólicamente, con este contraste entre la suerte de los discípulos que puede gozar a la paz de la palabra de Jesús (aunque bien es verdad que después de desgastarse en el anuncio del reino) y la necesidad que tiene la multitud de esta palabra. Todo esto es para mostrarnos que, tras la travesía restauradora, Jesús tiene compasión de la multitud porque la ve como ovejas sin pastor (cf Num 27,17). Ahora Jesús ha “restaurado” a los suyos, que tienen que volver, cuando sea, a la itinerancia para anunciar de nuevo el reino. Y entonces ve a la multitud y ya no puede huir, tiene que entregarles su palabra, su persona, como se la ha entregado a los discípulos. Jesús se nos presenta como cumpliendo un anhelo y un deseo que muchas veces en el AT hacía referencia al pueblo que estaba siendo defraudado por sus jefes e incluso por los que tenían una responsabilidad más religiosa: eran como ovejas sin pastor y sin guía (cf Num 27,17; 1Re 22,17; Ez 34,5; 2Cro 18,16; Jud 11,19).

III.3. El evangelio, por otra parte, nos muestra el hambre que tenía la gente de escuchar un mensaje de salvación y de gracia, el que Jesús ofrecía por todas las aldeas y pueblos de Galilea, a lo que habían contribuido también sus discípulos, enviados para llegar a donde no podía llegar él. Es sintomático cómo el texto busca un lugar solitario para gustar más profundamente esta experiencia de la misión, ya que muchos iban y venían, sin dejarles personalizar esta experiencia. Pero al final, al desembarcar de nuevo en la orilla del lago, el texto nos muestra que Jesús ve a la gente con tal anhelo de escucharle, que la compasión del pastor puede más en su corazón. Sin duda que habría gente dirigida por alguna sintonía populista, como sucede con todos los fenómenos sociales y religiosos; pero en medio de todo Jesús detecta la falta de orientación y la necesidad de salvación de los abandonados. De esa manera, por medio de nuevos pastores, se cumple con más o menos precisión el texto de Jr 23,1-6: por una parte los pastores, los apóstoles; por otra el pastor, el nuevo rey, del que parte el mensaje fundamental del reino. De esa manera se explica maravillosamente la continuación de la narración del evangelio con la primera multiplicación de los panes, que es un relato que se introduce con esta actitud de Jesús al compadecerse de la multitud.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

18 de Julio – XVI Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio

Evangelio según san Marcos (Mc 6, 30-34)

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”, porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

“ Talitha qumi ”

Estamos llamados a vivir. Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos destinados a la vida eterna. Dios nos quiere junto a si. Esta es la divina voluntad que choca constantemente con la condición ineludible de habernos creado libres.

Dios pone todo de su parte, hasta su propio Hijo, para que alcancemos el amor y la felicidad en plenitud. Son nuestras decisiones las que nos apartan o nos unen a Dios.

Para que haya libre decisión tienen que haber distintas opciones. Una de ellas no viene de Dios y, aparentemente, ofrece salud cuando, en verdad, genera enfermedad y muerte.

Todos hemos experimentado, a uno u otro nivel, las consecuencias de nuestras decisiones, pero ¡he aquí el Evangelio!: nadie está perdido, aún enfermo o muerto en vida, si confía en el Señor y,“levantándose”, comparte su gozo con los hermanos.

D. Amadeo Romá Bo O.P.
Fraternidad Sacerdotal de Santo Domingo

27 de Junio. XIII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Marcos (Mc 5,21-43)

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.

Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.

Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?” Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ ” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto yalboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él. Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

20 de Junio.Comentario Bíblico. Marcos (4,35-41): La fuerza del Reino nos libera

III.1. El evangelio de Marcos narra el episodio de la travesía del lago de Galilea después que Jesús ha hablado a las gentes en parábolas acerca del Reino de Dios. Es como si Jesús quisiera poner a prueba la fe de sus discípulos, a ellos que les explicaba el sentido profundo de sus parábolas. El lago, el bello lago de Galilea, en torno al cual se anuncia el evangelio, se convierte aquí en el misterioso y tremendo símbolo de una tormenta, que como en el caso del profeta Jonás 1, de donde se toman algunos rasgos del episodio, viene a aquilatar cosas importantes. Otras barcas le seguían, pero parece como si solamente quisiera centrarse todo en la barca donde estaban Jesús y los discípulos que había elegido. El mar de Galilea, a veces, es como una caldera hirviendo, por el viento. En la barca se muestran dos actitudes: la de Jesús que duerme tranquilo y la de los discípulos que están aterrados.

III.2. ¿Por qué esto? Porque Jesús sabe que su causa por el Reino de Dios debe levantar tormentas, como ésta del viento, que va a hacer temblar a los discípulos; Jesús está tranquilo porque confía en su causa, la causa de Dios. Es, pues, esta una escena pedagógica que pone de manifiesto una actitud y otra. Los discípulos son como Job, y no se explican muchas cosas que ocurren en la vida, llenándose de miedo. Jesús, que conoce la voluntad y el proyecto de Dios, se entrega a él con una gran serenidad porque sabe que ha de vencer, como de hecho sucede con su “conminación” a la tormenta. Los Santos Padres siempre interpretaron esta escena de la barca como una imagen de la Iglesia que debía pasar por estos trances, pero que siempre encontraría a su Señor a su lado para otorgarle la serenidad de la fe.
Fray Miguel de Burgos Núñez (1944-2019)

20 de Junio. XII Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Marcos  (Mc 4, 35-41)

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.

De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”

13 de Junio. Comentario Bíblico, Evangelio (Marcos 4,26-34): El Reino como un grano que crece en esperanza.

Las parábolas de Jesús son toda una excusa para hablar del misterioso crecimiento del reino que anuncia. Es verdad que había anunciado con una seguridad inquebrantable que “ya está aquí” o que “en medio de vosotros”. Mc 1, 14-15 lo pone como frontispicio de todo y como programa, a la vez que exige conversión y confianza en ese anuncio. Pero podían preguntarle, como de hecho sucedió ¿dónde está ese Reino? De allí que las dos parábolas del crecimiento, mediante los símbolos de un grano (aunque un grano es pequeño, no se resalta este punto) y una semilla de mostaza (que es como una cabeza de alfiler) vengan a decirnos algo significativo de sus comienzos, de sus logros y de su consumación. Se da una cierta disimilitud y contraste en el final de las dos comparaciones: la del grano en lo que se refiere a lo que, a causa del crecimiento y la consumación final, no tendrá sentido (se desechará) y la de la mostaza nos habla del Final en términos más positivos, porque se hará grande y vendrá a ser “hogar” y protección de multitudes de pájaros.

El reino está ya aquí, pero solo como una semilla que es confiadamente un final grandioso o apropiado. No son parábolas o comparaciones deslumbrantes, pero están llenas de sentido. Debemos aceptar la misma naturalidad de este mensaje en cuando es algo que ya está sembrando, que está creciendo y por eso tiene misterio. Como tiene misterio la comparación de la levadura (cf Mt 13,33; Lc 13,29-21) que poco a poco impregna la masa. Eso quiere decir que está “germinando” y por eso se alumbrará un mundo nuevo, tanto en el caso de acabar algo que no tiene sentido en la historia (y por eso de meterá la hoz) o en el caso de que se construya un “hábitat” donde vengan todas las aves a protegerse. Incluso deberíamos entender que se trata de toda clase de aves y por lo mismo que se estaría apuntando a los paganos. Son los dos aspectos del Reino y de su transformación de la historia: algo quedará caduco, pero lo más importante es la imagen de los pájaros que anidan.

Es ese final bueno y liberador el que debemos proponer como mensaje de las parábolas de hoy. Es verdad que se nos habla de “meter la hoz”, pero es lógico que esta historia humana debe dejar aquí todo aquello que no tiene sentido, que es opuesto al proyecto y a la plenitud del Reino de Dios. Pero en la parábola de la mostaza, que comienza con el sentido de la “nimiedad” de lo insignificante y de lo mínimo, todo se transforma hasta ofrecernos la imagen de un árbol cósmico donde todos puedan encontrar no solamente el hábitat humano, sino la verdadera felicidad del Reino. Así, pues, quiere decirnos Jesús, son las cosas de Dios. Esta es la propuesta de esperanza que forma parle de la entraña del Reino, por insignificante que parezca. En estas metáforas, pues, proponía Jesús un mensaje que llenaba los corazones de los sencillos.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

“ La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo ” 13 de Junio.

Una luminosa Palabra se nos propone este domingo.

¿Qué tenemos que hacer hermanos?, es la pregunta que hace el pueblo a Pedro y los demás apóstoles el día del Pentecostés del Espíritu en Jerusalén. Ellos responden pidiendo conversión y bautismo personal en el nombre de Jesús Cfr Hch 2, 37-39. Dar frutos generosos de amor y responsabilidad. Comienza el mensaje apostólico a todos los pueblos de toda raza, lengua y nación. Y la respuesta ha de servir para todos los tiempos.

Ya Jesús les habló con anterioridad y lo hizo en ocasiones por medio de parábolas.

Hoy toda gira en torno al “trabajo apostólico  generoso de sembrar la Palabra”. La de Jesús el Señor.

D. Carmelo Lara Ginés O.P.
Parroquias de Abengibre y Casas Ibáñez (Albacete)