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Evangelio: Marcos (6,7-13): El evangelismo itinerante. 12 de Julio.

III.1. El evangelio de Marcos es una de esas piezas evangélicas que más han dado que hablar. Se trata del envío a la misión de los Doce discípulos que Jesús se había escogido (cf Mc 3,13-19). Es una misión en itinerancia, ya que el reino de Dios que deben anunciar y que Jesús está haciendo presente debe tener un carácter de peregrinación. Se ha dicho que las condiciones espartanas de este envío han sido cultivadas por los discípulos itinerantes que tuvieron que ser rechazados en muchos lugares del judaísmo. Incluso se ha pensado que para entender estas condiciones se han tenido en cuenta unas condiciones que la Mishná (libro que recoge en el s. II d. C. la enseñanzas de los rabinos) establece para la peregrinación al templo cuando todavía existía. La diferencia es que Jesús propone que se lleve bastón y sandalias, a diferencia de lo que se exige para peregrinar al templo de Jerusalén (de hecho están ausentes en el texto de Mt 10,10; Lc 9,3; 10,4). Y es que los discípulos cristianos no van a un lugar santo, sino que deben llevar un bastón para andar por todos los caminos del mundo y unas sandalias para que no se destrocen los pies.

III.2. La peregrinación cristiana, pues, es al mundo entero, a donde viven los hombres, para que conozcan el mensaje de salvación que Jesús ha traído para todos los hombres sin excepción. Los elementos más negativos, probablemente, se han podido añadir después en el mundo de los “carismáticos itinerantes” que eran rechazados por los círculos y comunidades judías o judeo-cristianas más estabilizadas. Pero el sentido genuino de las palabras de Jesús debemos valorarlo en su alcance positivo y universal. Es verdad que nos encontramos ante lo que parece un programa de crítica radical de la sociedad. Algunos han visto en estas palabras una especie de oposición entre itinerantes y sedentarios; entre carismáticos ambulantes y simpatizantes locales. No debemos cerrar los ojos a estas tensiones, pero también es verdad que el movimiento de Jesús, donde estas palabras encontraron su climax, hasta transformarlas y adaptarlas, muestran la relación entre el reino de Dios que Jesús había predicado y las opciones apocalípticas y escatológicas de algunos grupos del cristianismo primitivo. ¿Siguen teniendo valor en nuestro mundo y en nuestra cultura? ¡Claro! El valor que Jesús les dio: que el reino llegaba y la mejor manera para los suyos era un “desapego” de las cosas del mundo que no eran necesarias.

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Sábado de Gloria. Comentario.

Sábado de Gloria

La Semana Santa en un país católico como el nuestro  debe aprovecharse para hacer un alto en el camino y realizar la necesaria reflexión sobre el destino que nos corresponde como nación cristiana, obligados a luchar por la liberación de las estructuras opresivas internas y externas.

Y en primer lugar debemos reflexionar sobre el significado del acontecimiento fundamental de la historia de estos días: la Resurrección de Cristo, tiempo de gracia para fortalecer y renovar nuestra fe en El Redentor y en nuestra salvación.

La Gran Vigilia Pascual que celebraremos y viviremos esta noche conduce a la fiesta mayor de la Iglesia, que es la Pascua de Resurrección, el día que El Señor  venció a la muerte. Jesús al resucitar hace posible la resurrección de todos los cuerpos que eran mortales, lo cual beneficiará también a nosotros.

La Resurrección de Cristo marca el momento más trascendente de la Historia, es tan así que el tiempo se dividirá en adelante en antes y después de la Resurrección del Señor. Este es un tiempo para reflexionar sobre la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Morimos con él al pecado y resucitaremos con él a la vida. Ya no somos seres para- la- muerte sino para- la- vida.

Esta noche celebraremos el triunfo del Señor sobre el pecado y la muerte, su triunfante Resurrección.

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Comentario Bíblico – 22 de Marzo Domingo V de Cuaresma /B

El evangelista, después de la opinión de Caifás tras la resurrección de Lázaro de que uno debía morir por el pueblo (Jn 11,50s), está preparando todo para este momento que se acerca. Ya está decidida la muerte, pero esa muerte no llega como ellos creen que debe llegar, sino con la libertad soberana que Jesús quiere asumir en ese momento.

Por tanto, era como si se Él esperara un momento como este para ir a la muerte: ha llegado la hora que se ha venido preparando desde el comienzo del evangelio, es la hora de la verdad, de la pasión-glorificación. Y Jesús, con una conciencia absoluta de su misión, nos habla del grano de trigo, que si no cae en tierra y muere, no puede dar fruto. La vida verdadera solamente se consigue muriendo, dándola a los demás. Es verdad que esta decisión, hablando desde la psicología de Jesús, no se toma olímpicamente o con desprecio; le cuesta entregarse a la muerte en aquellas condiciones. Por eso recibe el consuelo de lo alto para ir hasta el final, y antes de que le secuestren su vida, la entrega como el grano de trigo. El ama su vida entregándola a los demás, poniéndola en las manos de Dios y de los hombres. Todo parece demasiado extraordinario; en Juan no puede ser de otra manera, pero también es muy humano. Jesús no tiene miedo a la hora de la verdad, porque confía plenamente en el Padre, y advierte que los suyos tenga también esta misma disposición.

Los vv. 31-33 nos describen, con un lenguaje apocalíptico, la victoria sobre la muerte en la cruz. Esta es una teología muy propia de Juan que no ha visto en la cruz fracaso alguno de Jesús; al contrario, es desde la cruz desde donde “atraerá” al mundo entero (cf Jn 3,14-15; 8,28). Y ello no porque Juan pensara que Jesús resucitaba en la cruz, en el mismo momento de la muerte, como actualmente se está defendiendo, razonablemente, en muchos escritos teológicos. Sino porque la muerte de Jesús le confiere un poderío inconmensurable. La muerte no se la imponen, no es la consecuencia de un juicio injusto o inhumano, sino porque es el mismo Jesús quien la “busca” como el grano de trigo que necesita morir para “tener vida” y porque provoca el juicio sobre el mundo, sobre la falsedad del poder y la mentira del mundo. La hora de Jesús es la hora de la cruz, porque es la hora de la verdad de Dios. Y entonces, la mentira del mundo quedará al descubierto. Pero Jesús “atraerá” a todos los hombres hacia El, hacía su hora, hacia su verdad, hacia su vida nueva.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura