Día: 3 de noviembre de 2012

Cantaremos. XXXI Domingo del Tiempo Ordinario /B

Los fariseos y doctores de la Ley sentían que la actitud espiritual de Jesús no coincidía con su legalismo religioso. En cambio la disponibilidad auténtica y la buena voluntad de este escriba suponen ya la fe, de la misma manera que la insinceridad, por el contrario, sólo hace que el hombre se adhiera a una religiosidad que no está enraizada en su corazón. Meditando en el diálogo que nos ofrece el Evangelio de este domingo, hemos de concluir, que las palabras de Jesús conmovían profundamente, y que no podían ser escuchadas con pasividad. El relato concluye diciendo que “Nadie se atrevió a hacerle más preguntas”.

Escuchar a Jesús es abrirnos al misterio de la vida, que no es otro que el misterio del Amor. Sin amor a Dios, a su creación y a sus criaturas, nuestra vida está condenada a la resequedad del corazón y la esterilidad en las obras. Ante el llamado de Dios no hay intermediarios, ni teólogos, ni moralistas que valgan: es necesario que aprendamos a escuchar la voz silenciosa de Dios que habla en la profundidad de nuestro corazón. No confundamos el amor a Dios con los ritos: ¡no hay amor verdadero sin obras!

CANTAREMOS:

  • ENTRADA:
    • El Señor es mi fuerza……………………..80
    • Señor ten piedad-Gloria-Aleluya
    • Antífona
  • OFERTORIO:
    • Este es el momento………………………73
    • Santo-Padre nuestro-La Paz
    • Cordero de Dios
  • COMUNIÓN:
    • Vaso nuevo……………………………….221
    • El pueblo de Dios………………………….87
  • DESPEDIDA:
    • Viva Cristo………………………………..218

4 de Noviembre. XXXI Domingo del Tiempo Ordinario /B

Evangelio según San Marcos (Mc 12,23-28)

En aquel tiempo, uno de los escribas se acerco a Jesús y le preguntó: –¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?
Jesús le respondió:
–El primero es: «Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay ningún mandamiento mayor que estos.
El escriba replicó:
–Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con todo el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo:
–No estás lejos del Reino de Dios.
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.