Día: 18 de febrero de 2015

Miércoles de ceniza. Meditación.

Hoy, miércoles de ceniza, comenzamos la cuaresma. Un tiempo litúrgico fuerte caracterizado por la penitencia y la práctica de la limosna, la oración y el ayuno. Pero, ¿qué sentido tienen los signos externos? ¿Son reflejo de la vivencia interior?

  • «Convertíos (a mí) de todo corazón»

El profeta Joel nos presenta un texto cargado de penitencia: ayuno, llanto, luto… Sin embargo, leído pausadamente, dejando que cada verso cale en nuestro interior, nos llama la atención que el que es voz de Dios nos está diciendo que nos convirtamos y que lo hagamos de corazón, desde dentro. Es decir, nos interpela a que siendo cristianos nos convirtamos al cristianismo. Dicho así es como decirnos que siendo “x” nos convirtamos a “x”. Entendamos el planteamiento pues si ya soy algo no puedo convertirme de nuevo en ese algo que ya soy.
¿De dónde procede el nombre de la religión que profesamos? De Cristo. Entonces, ¿siendo cristiano puedes convertirte a Cristo? Sí, siendo “x” puedo convertirme a “X”. Eso es lo que pretende decirnos el profeta Joel cuando dice que nos rasguemos los corazones y no las vestiduras. Si estamos dispuestos a convertirnos a Cristo de corazón, entonces sí tienen sentido todos los signos externos que hagamos. De otra manera ayunar, llorar o ir cubierto de saco y ceniza sería lo mismo que no hacer nada.

Esta es la primera penitencia que debemos hacer: reconocer nuestro pecado, el alejamiento de Dios. Un distanciamiento de Él que hemos provocado nosotros mismos al no querer escucharlo en el clamor del pueblo, en los signos de los tiempos, en nuestros anhelos… Sólo cuando nos damos cuenta de ese alejamiento es cuando somos capaces de pedir misericordia (el amor que nace del corazón de Dios); pedimos que Dios cree en nosotros un corazón puro renovado desde dentro con espíritu firme y generoso.

Cuando nos convertimos a Cristo, nuestro corazón late sincronizado con el de Dios y sentimos de nuevo la alegría de la salvación.

Leer más