Día: 4 de abril de 2020

5 de abril. Comentario Bíblico.

III.3. Mateo, como se ha dicho, sigue de cerca el texto de Marcos, pero algunas claves particulares se deben hacer notar:

A) Lo que da unidad y coherencia a las distintas secciones (algunos hablan de tres) es la perspectiva cristológica en que todo se presenta. Mateo es el que mejor ha tratado de respaldar el misterio de la pasión del Mesías con el cumplimiento de las Escrituras. Esto era muy explicable para una comunidad que, procedente del judaísmo, debía asumir que la pasión y muerte, coronada por la resurrección, entraba en el plan de Dios y así era asumido libremente por Jesús.

B) Hay algunos particulares del relato que Mateo que llaman la atención. La diferencia con respecto a Marco se halla en el episodio de Barrabás y se convierte en uno de los elementos claves de su visión de la pasión y las consecuencias para Israel. Hace unos años se escribía una obra sobre la redacción de Mateo y su teología que se fundamentaba en la en Mt 27,25: “caiga su sangre…”. Consta de dos elementos: intervención de la mujer de Pilato y escena en que Pilato se lava las manos. No se trata de simples agregados. Mateo retoma todo el conjunto y nos presenta una nueva composición óptimamente construida, donde la intención doctrinal y eclesial aparece claramente. Quedan definidos los lazos de Cristo con el pueblo de Israel. Cuando la mujer del pagano intercede por el “justo”, la hija de Sión exige a gritos la muerte de su Mesías, de su Cristo (en vez de “rey de los judíos”, Mateo utiliza dos veces este título). “Todo el pueblo” toma sobre sí la responsabilidad que Pilato rehúsa (27,-2425).Esta toma de posición del pueblo de la antigua alianza marca un vuelco en la historia de la salvación. La perspectiva cristológica de todo esto es manifiesta. Es el rechazo del judaísmo al Mesías que ha elegido libremente la pasión. Pero ello no debe incitar -¡de ninguna manera!- al antisemitismo, como ha ocurrido en lecturas apologéticas que no entienden que el pueblo de Israel no es el responsable de la muerte del “profeta”, sino unos dirigentes ciegos e inmisericordes. Es verdad que el Evangelio de Mateo mantiene una constante de “antijudaísmo” como problema histórico y teología, pero no es “antijudío” por naturaleza.

C) No deberíamos decir que Jesús “eligió” la muerte porque Dios así lo quería o así lo necesitaba. No es el sufrimiento el camino que Dios quiere para redimir y salvar a los hombres. Pero Dios, en este caso por medio de la opción decisiva del profeta, del Mesías verdadero de Israel, (según la teología de Mateo) sabe asumir todo lo que los hombres “construyen” religiosamente, precisamente para destruir esta “construcción religiosa” antihumana y antidivina. La construcción eclesiológica de Mateo del relato de pasión es la misma que la que han mantenido en toda su obra. A este respecto se podría decir que el relato de Marcos sobre la pasión es más kerygmático y el de mateo más eclesiológico. Pero los dos aspectos deben ir unidos en nuestra reflexión de lo que significa leer la “pasión” en la liturgia del Domingo de Ramos. No incidamos demasiado en el sufrimiento, porque esa no es la clave de Mateo, sino en cómo una comunidad se identifica con su Señor para hacer posible que el proyecto salvador de Dios se viva de verdad por encima de las decisiones absurdas de los dirigentes del pueblo que no pudieron asumir el que el profeta desmontara la concepción que ellos tenían sobre Dios y sobre la religión de Israel. Y eso iba en beneficio de toda la humanidad.

D) La Pasión, los cristianos, no la deberíamos leer como un tema “gore” (de sangre y sufrimiento cruel). No es esa la concepción del relato primitivo que cada uno de los evangelistas ha redactadote de acuerdo con su comunidad. Es el misterio de la identificación con su causa, con el proyecto del Reino que había anunciado hasta llegar a sus últimas consecuencias. No sufrió Jesús más que los crucificados de los caminos que el Imperio romano prodigaba, ni derramó más sangre que ellos, pero sí estuvo identificado con el sufrimiento de todos esos crucificados. Es verdad que en su juicio concurren una serie de circunstancias religiosas que lo hacen diferente, y por ello a un juicio y una condena diferente, contemplamos una condena diferente. Es más hermoso el poema musical de la Pasión según San Mateo de Bach que películas que solamente señalan –sin poesía ni religiosidad alguna- el sufrimiento por el sufrimiento. No olvidemos que nuestros relatos se confeccionan con la perspectiva de la resurrección como victoria de Dios sobre los proyectos de los poderosos o del amor sobre el odio.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

5 de Abril – Domingo de Ramos . La Pasión del Señor.

Evangelio según san Mateo (Mt 27,11-54)
Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús respondió: “Tú lo has dicho”. Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato: “¿No oyes todo lo que dicen contra ti?” Pero él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos: “¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?” Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia.

Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle: “No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”.

Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó: “¿A cuál de los dos quieren que les suelte?” Ellos respondieron: “A Barrabás”. Pilato les dijo: “¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?” Respondieron todos: “Crucifícalo”. Pilato preguntó: “Pero, ¿qué mal ha hecho?” Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza: “¡Crucifícalo!” Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: “Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes”. Todo el pueblo respondió: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha y, arrodillándose ante él, se burlaban diciendo: “¡Viva el rey de los judíos!”, y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, “Lugar de la Calavera”, le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: ‘Éste es Jesús, el rey de los judíos’. Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole: “Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”. También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo: “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: ‘Soy el Hijo de Dios’ ”. Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz: “Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”, que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Está llamando a Elías”.

Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron: “Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo”. Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.