Día: 6 de agosto de 2020

6 de Agosto. La Transfiguración del Señor. Comentario.

En el monte Tabor, Jesús manifiesta radiantemente su divinidad, a Pedro, Santiago y Juan. ” Este es mi Hijo amado, en El yo me he complacido”.

“Esta voz traída del cielo, la oimos nosotros, estando con él en la montaña sagrada”. Así escribe Pedro.

Y prosigue: ” Esto nos confirma la palabra de los profetas; y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y el lucero nazca en nuestros corazones”.

En el Tabor se robustece la fe de Pedro, roca de la Iglesia. Santiago el primer apóstol martir, y Juan el gran confidente de los divinos secretos de Jesús.

Tiempo de cambio

Buenos propósitos, promesas hechas, ideales escritos… Hace casi 5 meses comenzábamos un camino que no estaba previsto, un camino que, por una vez, hacíamos en todo el planeta a la vez, se cerraban puertas de las casas, de los trabajos, se cerraban fronteras, no para migrantes, para toda persona que quisiera moverse, se paraban fábricas, empresas, colegios… el reloj casi dejó de moverse, pero no, el tiempo es lo único que no dejó de avanzar y estamos en una montaña rusa en la que es difícil mantenerse en una posición.

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El Santo Cristo de la Grita

EL SANTO CRISTO DE LA GRITA

El 6 de agosto, día en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Transfiguración del Señor, el pueblo del Edo. Táchira —en realidad, el pueblo de Venezuela y parte de Colombia— celebra al Santo Cristo de La Grita…Narra Fray Pedro Simón en sus “Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, que en el año 1573 el conquistador Francisco de Cáceres, después de intentar poblar una ciudad denominada del Espíritu Santo en las espaldas de la cordillera de Guatavita —en la actual Colombia—, “pasando adelante con su gente, halló por todas partes tan malos países, tierra tan despoblada y toda de tan ruin gente, que, cargándose a la del Norte, prosiguiendo lo conquistado, se vio necesitado de volver sobre la mano izquierda, y entrarse en el valle de La Grita, que está en la mitad del camino, poco más o menos, de la villa de San Cristóbal y la ciudad de Mérida, tierra que era ya bien conocida de muchos. Donde, a persuasión de algunos de sus Capitanes y soldados, en especial del Capitán Pedro de Zapata y Alejandro de Carrillo, aunque caía aquéllo fuera de su demarcación, pobló una ciudad, que le llamó del mismo nombre que la primera, (…), ya entrando el año de 1576, (…)”. El mismo conquistador Francisco de Cáceres, estando en España, solicitó de la Orden Franciscana en el año 1579 “Religiosos para fundar Conventos y una Provincia en aquélla que él había conquistado y los demás que en sus contornos pretendía conquistar”; y, ese mismo año el Padre Fray Juan de Maqueda —con ocho Religiosos— “llegó al puerto y ciudad de Cartagena, desde donde subió a la de La Grita con ellos. Y a los fines del dicho año y dando luego principio a la fundación de un Convento en la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, quedando en él algunos Religiosos, pasó el resto de los demás a fundar otro a otra población que había más adelante, a la parte del Este, inclinada al Norte de ésta, llamada la villa de Barinas”.

El terremoto de San Blas del 3 de febrero de 1610 —los terremotos eran apodados de acuerdo al día del Santo en que ocurrían— destruyó el Convento de los Franciscanos de La Grita… y, según la tradición —recogida por Cristo Antonio González—, la imagen del Santo Cristo fue hecha poco después del terremoto: “Los Frailes tenían en el vecino campo de Tadea una finca con casa, de donde posiblemente surtían al Convento de productos agrícolas necesarios para su subsistencia; esa casa quedó en pie y allá fueron todos, temerosos y abatidos a cobijarse. Entre los Frailes había uno, Fray Francisco, que tenía cierta habilidad para la escultura y quiso hacer algunas imágenes para la nueva Iglesia que se construiría. Pensó hacer primero un Santo Cristo; una figura doliente y sufrida daría aliento y ánimo al pueblo atemorizado por el terremoto y lo enseñaría a soportar con valentía los contratiempos de la vida. Puso manos a la obra, poco a poco fue perfilándose la figura de Cristo: el busto, las piernas, las manos. Dejó para último el rostro.

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6 de Agosto. La transfiguración del Señor. Evangelio.

Evangelio según san Mateo (Mt 17,1-9)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».