Día: 1 de mayo de 2021

V Domingo de Pascua. Comentario sobre las lecturas.

Hay quien compara lo cristiano en muchas comunidades/parroquias/grupos a un bonsay: un árbol muy bonito, que se pone en un ángulo de una casa y adorna, solo tiene la utilidad de la estética. Es un árbol pequeño, reducido, que da frutos pequeños, sin madera, nada…., es un adorno bonito para cuidarlo. Es como una comunidad social y jurídicamente impecable, pero pastoralmente muerta. Es como una parroquia de despacho, organizada hasta el límite en los detalles, pero paralizada pastoralmente. La rutina, el conformismo, el miedo a cambiar, el pasotismo, lo fácil, han llegado a la esclerosis y ya no es la Palabra de Dios, el Espíritu del Resucitado el que anima sus obras de amor.

Así es una pascua reducida solo a lo celebrativo, lo ritual. La pascua es celebración y mucho más. Celebración de un evento, como la salida de la esclavitud de Egipto para entrar en la libertad de los hijos de Dios y agradecer al Creador el camino abierto hacia la tierra prometida; celebración del paso de la muerte a la vida por la resurrección de Jesús, y celebración del memorial (en sentido hebreo: lo que se celebrar se actúa y actualiza en la vida) de nuestra nueva vida. El evangelio nos habla de la comunidad cristiana nueva y alternativa, en expansión que nace de la pascua, no de un getto que se retroalimenta y solo vive para celebrar.

Parece que el evangelio está de acuerdo con nuestra sociedad de la eficacia y la producción, hablándonos de frutos, pero en nuestro caso se trata de frutos de vida, de hacer el bien, de ser coherentes con lo que hemos recibido de la Palabra para nuestra humanidad. Además, son frutos para los demás, no son para uno mismo, para la propia ventaja, sino para que otros vivan más y mejor. Somos una viña de utilidad pública y por tanto, todo el que pasa tiene derecho a exigirnos frutos de vida…..

Los frutos no se consiguen practicando cualquier método o utilizando los medios que mejor nos parezcan (no vale todo con tal de ganar, ni la ley del más fuerte o del más listo, …), sino que es el Señor, el amo el que pone dos condiciones para la fecundidad de la viña: la permanencia en él y la poda, que no son un simple posicionamiento religioso sin más, sino unas actitudes de vida.

Fr. Pedro Juan Alonso O.P.- Convento del Santísimo Rosario (Madrid)

2 de Mayo – V Domingo de Pascua

Evangelio según san Juan (Jn 15.1-8)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos’’.