Día: 30 de junio de 2022

El progresismo busca el fin del cristianismo.

Una prioridad en la agenda progre es demoler al cristianismo. (PanAm Post)

La meta del progresismo es lograr que predomine la percepción social de que practicar una religión, y muy en especial el cristianismo -y los valores que se le asocian-, es algo “anticuado, ridículo, cavernario, prehistórico, pasado de moda, absurdo”

Raul Tortolero  1 mayo, 2022

El progresismo es la ideología oficial del globalismo, que aún persigue un nuevo orden mundial. Para alcanzar tal hegemonía, los globalistas deben vencer varios obstáculos nada sencillos, que son estructurales en Occidente. Uno de ellos es la religión. En especial el cristianismo.

Además, porque de ella se desprenden valores como la fe, la familia natural y la defensa de la vida (lucha provida), todo lo cual también rema en sentido inverso a los planes de homogenización ideológica de los globalistas.

Cabe recordar que el globalismo pretende el dominio político de todo el mundo, y para ello parte de ciertas bases: un solo gobierno mundial, una sola religión, una sola moneda, un solo lenguaje.

El primer punto es la construcción de organizaciones mundiales que rijan a las naciones, en una suerte de asamblea multinacional con poderes metaconstitucionales. Eso a todas luces ya existe y va muy avanzado: se trata, claro, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus diversas ramas especializadas, como la OMS, FAO, o UNICEF.

Andrés Manuel López Obrador en noviembre de 2021 fue al consejo de seguridad de la ONU y propuso, así de plano, la creación de un “Estado Mundial”. En ese momento era, además de presidente socialista de México, el líder en turno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), otra institución dominada por el bloque rojo hispanoamericano que este personaje ha sabido construir.

La ONU promueve intensamente la ideología de género, el aborto y el supremacismo LGBT. Traducción: control de la natalidad, de la explosión demográfica.

El segundo punto, es que exista una sola religión, que obviamente no es el cristianismo, sino la “religión del planeta”, la que sustituye a Dios por “la naturaleza”, por “la madre tierra”, por la Pachamama. Esa que quiere que más bien desaparezca el ser humano porque es como un virus que a su paso destruye todo y cuya acción ha derivado en la “sexta extinción” masiva de especies animales.

Esa religión que sólo habla del calentamiento global, de deshielo de témpanos y de graves sequías y hambrunas futuras. Esa religión que es apocalíptica y cuya función es vender la percepción de que tener hijos es un crimen en un mundo así, y que los nacimientos sólo traerán huella de carbón y más contaminación. Control de la natalidad por la vía del terror. Esto va de la mano del animalismo y del veganismo.

El tercer punto es una misma moneda, que hasta ahora se trata de la dominancia del dólar. Esto podría cambiar ahora que se dan reacomodos geopolíticos por la nueva unión de Rusia y China (el eurasianismo).

El cuarto punto es un mismo lenguaje, que hasta ahora es el inglés como hegemónico, pero sumándole las modificaciones del “lenguaje inclusivo”, aunque éste es aplicable a cualquier idioma de Occidente.

Una prioridad en la agenda progre es, entonces, demoler al cristianismo. Para ello se vale de todos los medios a su alcance: Hollywood, Big Tech, el new age, el mains stream media, Netflix, influencers, íconos de la cultura pop, y un largo etcétera.

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