Categoría: Comunidad

Comunidades activas en la Parroquia

Cantaremos. 26 de Enero

Cuando Jesús se entera de que Juan Bautista ha sido encarcelado , abandona su aldea de Nazaret y se lanza a comenzar su misión y caminando por la ribera del mar de Galilea, comienza por llamar un grupo de discípulos. “Síganme” le dice. Son gente sencilla, unos humildes pescadores.

No hace ningún prodigio, pero ellos le siguen. De esta manera humilde comienza a gestarse lo que sería su Iglesia: el cristianismo es sencillamente el seguimiento de Jesús. La fe cristiana no es una simple adhesión doctrinal, sino la vinculación personal con Jesús.

La peor tentación para los bautizados es querer ser cristianos sin conocer y sin segur a Jesús. Sólo le sigue el que asume la aventura y luego la experiencia de creer en Él como la presencia viva del Dios vivo, esforzándose en vivir como Él vive, siendo testimonios vivos en la comunidad, para construir mediante nuestra fe y la gracias del Espíritu una Iglesia viva y auténtica.

Cantaremos :

                       Iglesia peregrina………………………………108

                       En la Patena……………………………………..68

                       Hay un barco parado en la playa

                       Levanto mis ojos a los montes…………..114

                       Alabaré…………………………………………  17

Cantaremos – II Domingo del Tiempo Ordinario – 19 de Enero

 Los primeros discípulos del Señor entendieron muy bien la diferencia entre el bautismo de Juan en las aguas del Jordán y el bautismo de Jesús. El mismo Juan lo aclaró: “Yo bautizo en agua, para que Él sea dado a conocer en Israel”, y da su testimonio de cómo vio descender sobre Él, el Espíritu. Así lo explicaron y lo hicieron entender a las primeras comunidades los apóstoles: el bautismo de Jesús comunica su Espíritu para transformar el corazón de sus seguidores. Sin esa transformación en los bautizados, la Iglesia se enfría, se apaga y se va extinguiendo.
Sólo el Espíritu de Jesús puede dar vitalidad y renovar la Iglesia, sólo su Espíritu nos puede iluminar para penetrar en el verdadero sentido del Evangelio, nos puede llenar de energía para colaborar cada día en la renovación que necesita hoy la Iglesia en nuestro mundo confuso y confundido con ideologías que son antagónicas al hermoso diseño de vida que Dios dispuso para bien y felicidad de todos los hombres. Nuestra Iglesia de hoy necesita evangelizadores con Espíritu,  que se dispongan a transmitir con audacia la verdad de su evangelio

Cantaremos :

  • Reunidos en el nombre del Señor ……………. 159
  • Este es el momento ………………………………… 73
  • Por Ti Señor …………………………………………… 134
  • Cristo te necesita ……………………………………. 44
  • Alabaré ………………………………………………….. 17

Comentario Bíblico. Juan (1,1-13): Dios acampó en nuestra historia

Este segundo domingo de Navidad, después de la fiesta de María Madre de Dios con que abrimos el año nuevo, es una profundización en los valores más vivos de lo que significa la encarnación del Hijo de Dios.

(Podemos volver a leer el texto comentado el día de Navidad)

III.1. Esta es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión tan inaudita: el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como su le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros… para ser nuestro confidente de Dios.

Fray Miguel de Burgos Nuñez.

Comentario – “ La vida era la luz de los hombres ”

El tiempo de Navidad nos remite a una amalgama de sentimientos y tradiciones. El encuentro familiar y el ambiente festivo, como lo expresan las comidas, los regalos, los adornos y todo lo que marca la agitación de estos días que hemos vividos, nos muestran nuestra realidad. Pero en esta vorágine, podemos perder de vista, lo qué estamos celebrando. La liturgia del tiempo navideño viene en nuestra ayuda para poder vivir el sentido profundo de la Navidad. El misterio de Dios que se encarna en nuestra historia, es testigo de ello y el cumplimiento del anhelo profundo, del corazón humano. Como nos recuerda el Papa Francisco: “el pesebre, mientras nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios; nos invita a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida.” (Admirabile signum 8).

El ciclo navideño es una paulatina manifestación del Misterio de la Encarnación, que comienza la noche de Navidad en donde el Niño es presentado a los pobres, de ayer y hoy, y culmina con la fiesta del Bautismo del Señor en donde el Dios, comunidad de amor Trinitario, revela la misión de Jesús.

En ese contexto el segundo domingo de Navidad nos nuestra la identidad profunda de Jesús, poéticamente expresado por el Prólogo del Evangelio de Juan. Pero al mismo tiempo nos ayuda a captar como la acción de Dios se expresa en su sabiduría tal como lo expresa el fragmento del libro del Eclesiástico que leemos en  esta celebración. Por último, el himno de la carta a los Efesios es el corolario adecuado de este día.

Dejémonos iluminar por la profundidad de este misterio para que nos impulse a afrontar los desafíos del tiempo que nos toca vivir. Con la certeza que en Jesús está la vida, y la vida es la luz de los hombres (Cf Jn 1,4).

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Ntra. Sra. del Rosario (Montevideo)

Feliz Año 2020

Envió Dios a su hijo, nacido de mujer

Feliz Año Nuevo de la Mano de la Sma. Virgen María, Madre de Dios y de la humanidad. La solemnidad que celebramos hoy lleva por título Santa María, Madre de Dios.

El Papa Francisco ha titulado su Mensaje para esta Jornada Mundial por la Paz, en su 53 edición, de la siguiente manera: La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica. El Papa desarrolla su Mensaje presentando la paz como “camino de esperanza”, “camino de escucha”, “camino de reconciliación” y “camino de conversión ecológica”, concluyendo que “la paz se alcanza tanto cuanto se espera”.

A propósito de la esperanza y refiriéndose a Abrahán, afirma san Pablo que Abrahán “apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho: Así será tu descendencia (Rm 4,19). Abrahán ha pasado a la historia como “padre de los creyentes” (Rm 4,11).

El paralelismo de Abrahán con la Sma. Virgen María, Madre de los creyentes, pone de relieve la actitud excelente de la Madre de Dios, porque ella sí que creyó en la palabra de Dios, por más inverosímil que pueda parecer a la persona que se detiene a contemplar este misterio. Así fue como la Sma. Virgen María se convierte en “Madre de los creyentes” en la etapa definitiva de la salvación, en “la plenitud del tiempo”, dejando constancia del camino de fe y de esperanza, acogiendo plenamente la Palabra de Dios y dejándose guiar por ella en todo momento, en medio de las pruebas y de las dificultades.

Aquí radica la actitud definitiva de la persona creyente en Jesucristo. La Sma. Virgen María, gracias a su fe y a su esperanza, se convirtió en la Madre de Dios, realidad que a la lógica humana resulta del todo inverosímil, y gracias a su “sí” a la Palabra de Dios, acogió en su seno y dio a luz al Señor de la gloria, a Jesús, el Salvador del mundo.

Recordar el camino recorrido por la Sma. Virgen María no es simple cuestión de historia, sino que nos permite disponer del mejor de los testimonios a nuestro alcance para entrar en la órbita del Dios de la paz y de la misericordia, el Dios del amor y de la acogida, a quien invocamos con las palabras del libro de los Números (6,24-26): El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.

Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.
Convento de La Virgen del Camino (León)

29 Diciembre- “ Ser y hacer familia: un reto de nuestro tiempo ”

Ser y Hacer familia es mucho más que formalizar una relación con nuestra pareja, mucho más que dar el apellido a nuestros hijos, mucho más que conseguir un hogar donde las necesidades estén cubiertas.Familia es aprender a ser verdaderas escuelas de amor donde, a pesar de nuestras diferencias, nos sentimos queridos y apoyados.

Familia es estar abiertos a los demás y también a Dios. Pensar nuestras vidas desde esta perspectiva de unión y realización, es un reto que debe durar todo nuestro ciclo vital. A ello nos invitan las lecturas de esta festividad de la Sagrada Familia.

Dña. Marisa Llaguno O.P. y D. Óscar Salazar O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)

Comentario Bíblico. Evangelio Juan 1,1-18

Evangelio: Juan (1,1-18): La Palabra humana de Dios

III.1. El evangelio es el prólogo del evangelio de Juan (1,1-18), una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión inaudita de el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros… para ser nuestro confidente de Dios.

SOBRE LA FE: (vv. 12.13.16.17): Todo esto que hemos expuesto no puede ser entendido sino por la fe. Deberíamos dejar el prólogo para el final del año litúrgico, porque después de conocer a Jesús y haber escuchado su palabra, nosotros nos decidimos por Él y creemos en Dios. Pero se ha de asumir el riesgo de la fe y aceptar así a Jesús y a Dios, de primeras. También porque, a pesar de todo, la fe es un don de Dios y debemos pedirle a Él que nos la dé y nos la fortalezca. Pero la fe en estos versos no se nos presenta en forma de creencia en verdades, sino en forma de vida: porque nos hace hijos de Dios. Es un tema que recorre todo el Evangelio de Juan.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

22 de Diciembre. Comentario Bíblico.

II.1. El evangelio del evangelista que mejor ha tratado las profecías del Antiguo Testamento, aunque, por razones propias de la mentalidad judeo-cristiana, aparezca la figura de José como introductora de cumplimiento. En el sueño, José -una forma bíblica de hablar de experiencias religiosas-, tiene encomendado dar un nombre al hijo que dará a luz su prometida María; le pondrá por nombre Jesús. En Is 7 el nombre era Enmanuel: ¿Acaso no es lo mismo? Semánticamente no, pero teológicamente sí. Su nombre simbólico será una realidad eterna: Enmanuel, Dios con nosotros. El nombre de Jesús significa: Dios salva. Es posible que este relato de Mateo no alcance las cimas del relato de la anunciación de Lucas (1,26-38), entre otras cosas porque se ha debido atener a su mentalidad más judía, acorde con su comunidad y sus búsquedas. No deja de ser, no obstante, un relato prodigioso como el de Lucas

III.2.Dicen los especialistas, con razón, que estos relatos han sido escritos en una forma muy peculiar. Le llaman midrash , en este caso haggada , porque es narrativo, ya que intenta actualizar un texto del AT y aplicarlo a una situación nueva. Esto es verdad y muy significativo. No estaban “relatando” en el sentido más estricto, sino actualizando. No podemos tomar al pie de la letra lo del sueño, pero sí debemos tomar en consideración su mensaje. José no está herido de infamia por haber sido engañado por su prometida. Lo importante para Mateo es que él debe desempeñar una misión, la de ponerle el nombre, ya que el nombre tiene una importancia decisiva en el lenguaje bíblico. Y el nombre, en este caso, no es el nombre histórico con el que Jesús ha saltado a la fama. Es el oráculo de Is 7 el que se quiere actualizar y por ello se le pondrá – ¡que extraño! – Jesús, cuando en el oráculo era Enmanuel (Dios con nosotros), aunque también en las palabras de Isaías no hay relación directa entre Enmanuel y el hijo de Ajaz, Ezequías. El hecho real es que José puso nombre a “su” hijo: Jesús. Con ese nombre, según el relato midrashico , se estaba cumpliendo la profecía del Enmanuel.

III.3. No deberíamos pasar por alto cómo Mateo ha querido responder a una objeción que se le plantea en la genealogía (1,16) cuando, dejando de lado a los varones (que Jacob engendró a José), debe introducir a María como la madre de Jesús. En su genealogía de Jesús, Mateo intenta poner de manifiesto que Cristo desciende realmente de David. Pero, de hecho, no consigue probarlo porque, en el momento decisivo, en lugar de decir que Jacob engendró a José, y éste a Jesús, interrumpe la sucesión y afirma: «Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo» (1, 16). Intenta decir lo que intenta decir: que Jesús tiene un origen divino. Según el derecho judío, la mujer no cuenta en el alcance genealógico. Por consiguiente, a través de María no puede Cristo insertarse en la casa de David. Sin embargo, para Mateo es evidente que Jesús es hijo de María y del Espíritu Santo (1,18). Y entonces surge un problema: ¿Cómo insertar a Jesús, a través del árbol genealógico masculino, dentro de la genealogía davídica si no tiene un padre humano? Para resolver el problema, Mateo hace una especie de acotación o glosa (explicación de una dificultad) y narra la concepción y el origen de Jesús (1,18-25).

III.4. Su intención no consiste en narrar la concepción de Jesús, ni en describir, como hace Lucas de forma extraodinaria (2,1-20), el nacimiento de Jesús. El centro del relato lo constituye José, el cual, al considerar la situación embarazosa de María, pretende abandonarla en secreto. ¿Qué ha pretendido Mateo en 1,18-25? Sin duda, solucionar el problema que se ha suscitado; y el esclarecimiento lo tenemos en el versículo 25: José, pone al niño el nombre de Jesús ( Yeshúa ), un nombre teofórico, eminentemente bíblico (Josué/ Yehoshúa ). José, descendiente de David y esposo legal de María, al imponer el nombre a Jesús se convierte legalmente en su padre, con lo cual lo inserta en su genealogía davídica. De este modo, Jesús es hijo de David a través de José, y es también el Mesías. Así se cumple igualmente la profecía de Isaías (7, 14) de que el Mesías nacería de una virgen (en realidad almah no es virgen, sino doncella en edad de casarse, aunque los LXX tradujeron por parqenoV – parthenos, virgen – , y así ha pasado a la tradición cristiana), y el plan de Dios se realiza de modo pleno. En el fondo, teológicamente hablando, uno y otro nombre vienen a significar lo mismo: Dios está con nosotros cuando salva y cuando libera Jesús (porque Yeshúa significa “Dios es mi salvador” o “Dios salva”. Por tanto, decir Enmanuel y decir Jesús , para el evangelista, es correspondiente, porque no está Dios con los hombres de otra manera que salvándolos y liberándolos. La comunidad de Mateo, pues, ha entendido ajustadamente el texto del profeta Isaías. Porque el oráculo del profeta le trasciende, va más allá de lo que él mismo podía presuponer. El oráculo se le escapa al profeta porque es Dios quien lleva a cabo los oráculos de los profetas verdaderos. Esto lo ha sabido recoger muy bien la comunidad de Mateo y lo ha plasmado en esta escena llena de contenido teológico. Así, pues, con este evangelio se nos abren las puertas de la Navidad; termina el Adviento y la esperanza que genera se debe hacer realidad experimentando de verdad la salvación que nos llega ya.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

15 de Diciembre. III Domingo de Adviento. Comentario Bíblico.

El tercer domingo de adviento es una especie de puente entre la primera y la segunda parte del Adviento. En la primera mitad del adviento la liturgia orienta la mirada del creyente hacia la segunda y definitiva venida del Señor, su venida escatológica en gloria y majestad. La segunda parte del adviento orienta nuestra mirada hacia la contemplación del misterio de la Encarnación, la venida del Señor en la humildad de nuestra carne. Este tercer domingo de adviento, por una parte, anuncia ya el misterio de la Encarnación, pero por otra nos quiere hacer caer en la cuenta de que el Señor viene continuamente a nuestras vidas, y que esta permanente venida es condición para acogerle con alegría y amor cuando venga definitivamente. El Señor vino, el Señor viene y el Señor vendrá: esas tres venidas resumen la pretensión del tiempo de adviento.

Este domingo, conocido como domingo Gaudete (palabra latina que significa alegría) quiere despertar los sentimientos de buena alegría que produce saber que Cristo está cerca de nosotros, no sólo litúrgicamente, sino existencialmente. Buscando este objetivo la liturgia ofrece algunos símbolos: uno, la antífona de entrada, sacada de Flp 4,4, que comienza con esta exhortación: “estad siempre alegres en el Señor” (ya sé que muchos no tenemos en cuenta esta antífona y, por tanto, no la leemos, pero bueno es saber que existe y bueno sería sustituirla por un canto de entrada adecuado); dos, el cambio de color litúrgico, que pasa del morado al rosado; y tres, la primera lectura, tomada de Isaías, que invita al gozo y al regocijo.

Fray Martín Gelabert Ballester
Convento de San Vicente Ferrer (Valencia)