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9 de Junio. X Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 7,11-17)

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y de mucha gente.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, se encontró que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

2 de Junio. Domingo, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Evangelio según san Lucas (Lc 9,11-17)

En aquel tiempo, Jasús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos.

Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle:”Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en lugar solitario”. Él les contestó: “Denles ustedes de comer” Pero ellos le replicaron: ” No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente”. Eran como cinco mil varones.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta”. Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos, para que ellos los distribuyeran entre la gente.

Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.

26 de Mayo. Domingo de la Santisima Trinidad /C

Evangelio según san Juan (Jn 16,12-15)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero, cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

19 de Mayo. Domingo de Pentecostés /C

Evangelio según san Juan (Jn 20,19-23)

Al anochecer de aquel día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judios, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
–«La paz esté con ustedes.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús:
–«La paz esté con ustedes . Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–«Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedan perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedaran sin perdonar.»

12 de Mayo. VII Domingo de Pascua. La Ascensión del Señor.

Evangelio según san Lucas (Lc 24,46-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo).
Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

5 de Mayo. VI Domingo de Pascua /C

Evangelio según san Juan (Jn 14,23)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo, que enviará mi Padre en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.
La Paz les dejo, mi Paz les doy: No se las doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarde. Me han oído decir:
«Me voy pero volvéré a su lado.» Si me amaran se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se los he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.

28 de Abril. V Domingo de Pascua /C

Evangelio según san Juan (Jn 13,31-33-34-35)

Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: ” Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijos míos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

21 de Abril. IV Domingo de Pascua. /C

Evangelio según San Juan (Jn 10,27-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús:
–Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno.

14 de Abril – III Domingo de Pascua /C

Evangelio según san Juan (Jn 21,1-19)

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
– Voy a pescar.
Ellos le respondieron:
–También nosotros vamos contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no pescaron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no lo reconocieron.
Jesús les dice:
–Muchachos, ¿han pescado algo?
Ellos contestaron:
–No.
Entonces él les dijo:
–Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces.
Así lo hicieron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
–Es el Señor.
Al oir que era el Señor, Simón Pedro, se anudó la túnica a la cintura pues se la había quitado ,y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
–Traigan los peces que acaban de pescar.
Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Luego Jesús les dijo:
–Vengan a almorzar.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de almorzar dice Jesús a Simón Pedro:
–Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
El le contestó:
–Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
–Apacienta mis corderos.
Por segunda vez le pregunta:
–Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
El le contesta:
–Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
El le dice:
–Pastorea mis ovejas.
Por tercera vez le pregunta:
–Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
–Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
–Apacienta mis ovejas.
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.
Esto se lo dijo para indicarle con que género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo:
–Sígueme.