Reflexiones existenciales

Reflexiones existenciales

Julio César Arreaza B

La Navidad es el tiempo del año propicio para hacer un alto en el camino y realizar el balance personal de lo que hicimos y dejamos de hacer en doce meses, con el propósito de emprender un nuevo comienzo con renovadas esperanzas.

Comparto con mis lectores las presentes reflexiones, las cuales marcaron tempranamente el sentido de mi existencia, aguijoneado por el Padre Luis María Olaso, uno de mis formadores fundamentales. Él nunca cejó en el empeño de vigorizar la voluntad de sus discípulos, de llenarla de fuerza y energía, para que cumpliéramos lo mejor posible nuestro proyecto existencial.

Todos debemos preguntarnos ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Para responder nos adentramos a lo más profundo del ser y nos interpelamos por nuestra vocación.

La dinámica de la existencia nos conduce a realizar elecciones absolutas y relativas.

La primera elección es de rango absoluto, primera en el valor, es la elección religiosa que une al hombre con Dios, la única manera de reunir en torno a sí fuerzas y energías enormes que si no se hace se dispersan. Ella marca el rumbo de una vida. Luego viene otra elección relativamente absoluta: alcanzar y aceptar mi yo concreto, con sus limitaciones y defectos; pasamos enseguida a establecer la elección de nuestro proyecto fundamental: carrera, matrimonio, lucha social.

Este serio compromiso constituye la expresión práctica de aquella elección absoluta. Otras muchas elecciones dependerán de este proyecto existencial.

Toda elección da lugar a un compromiso, el hombre autentico no se compromete ni de palabra con lo que no puede cumplir. El hombre autentico es el que dice lo que piensa y hace lo que dice.

Hay una ley de renuncia. El que se compromete a una acción social enérgica renuncia al confort. El comprometido admite en los demás otras elecciones y compromisos distintos al suyo y los sabe respetar. El valor de la disponibilidad se funda en el afán de quedar libre de todo impedimento para ¨servir¨ y así realizar el ser. Aceptar el riesgo existencial parece una locura, pero resulta el modo de salir de la inautenticidad, el egoísmo y la mediocridad.

El riesgo asumido transforma plenamente una existencia, la llena de sentido, convirtiéndola uno mismo en audaz y creadora. La existencia autentica se vive apasionadamente. Los tibios, los fríos, no se atreven a tomar riesgos ni a la fidelidad.

La idea es que avancemos por la vida provistos de unos principios y criterios, como los precedentes, para manejarnos en las diferentes y exigentes situaciones; eso sí, afirmando cada quien su voluntad y libre albedrío, escogiendo los propios, para aplicarlos en la construcción de su proyecto de vida.