Día: 21 de febrero de 2013

Cantaremos. 24 de Febrero, II Domingo de Cuaresma /C

La transfiguración del Señor puede catalogarse como una “teofanía” o revelación de Dios, que llega a su punto máximo cuando los discípulos despiertan completamente y escuchan una voz solemne que dice: “Este es mi Hijo, el escogido. Escúchenle”. Cuando se ven envueltos en una nube, en aquél ambiente que les es desconocido, quedan asombrados. No entienden nada, pero “Pedro se siente muy bien en aquel lugar”…por eso sugiere al Señor “permanecer allí y construir tres tiendas”.
Tal vez los cristianos, los discípulos de Cristo Jesús, pudiéramos lograr mayor claridad y certeza en la Fe, si lográramos dar a nuestra vida un mayor sentido de oración. Sólo desde el silencio y la meditación es posible vislumbrar un poco más de la verdadera identidad del Señor. Para interiorizar el Evangelio no basta escucharlo distraida y rutinariamente, ni siquiera con la atención que sólo intenta entender. Necesitamos de momentos de silencio y aislamiento para escuchar al Dios vivo que habita en nosotros, permitiendo que sus palabras toquen nuestro corazón y transformen nuestra vida. La Transfiguración es el relampagueo luminoso de la resurrección del Señor y la garantía de nuestra propia resurrección.

CANTAREMOS:

  • Al reunirnos…………………………………………………….6
    • Señor ten piedad-Gloria y honor a Ti
    • Antífona
  • Señor del Universo………………………………………..170
    • Santo-Padre nuestro-La Paz
    • Cordero de Dios
  • Por Tí Señor………………………………………………….134
  • Señor, Tú eres nuestra luz………………………………171
  • Viva Cristo……………………………………………………218

24 de Febrero. II Domingo de Cuaresma /C

Evangelio según san Lucas (Lc 9,28-36)

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes.
De repente aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que les esperaba en Jerusalem.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; pero despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
–Maestro, sería bueno que nos quedaramos aquí y que hicieramos tres chozas : una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía.
No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos,al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía:
–Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo.
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

¿Cómo hablar de Dios?

¿Cómo hablar de Dios? II: un Dios real y humilde

Hablar de Dios quiere decir, ante todo, tener bien claro lo que debemos llevar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo: no un Dios abstracto, una hipótesis, sino un Dios concreto, un Dios que existe, que ha entrado en la historia y está presente en la historia; el Dios de Jesucristo como respuesta a la pregunta fundamental del por qué y del cómo vivir. Por esto, hablar de Dios requiere una familiaridad con Jesús y su Evangelio; supone nuestro conocimiento personal y real de Dios y una fuerte pasión por su proyecto de salvación, sin ceder a la tentación del éxito, sino siguiendo el método de Dios mismo. El método de Dios es el de la humildad —Dios se hace uno de nosotros—, es el método realizado en la Encarnación en la sencilla casa de Nazaret y en la gruta de Belén, el de la parábola del granito de mostaza. Es necesario no temer la humildad de los pequeños pasos y confiar en la levadura que penetra en la masa y lentamente la hace crecer.

Benedicto XVI, catequesis sobre la fe

Posted: 16 Feb 2013 02:10 PM PST