Día: 7 de junio de 2013

Cantaremos. X Domingo del Tiempo Ordinario /C

Joven, a tí te lo digo.

Durante uno de sus viajes, Jesús se acerca a la ciudad de Naim. Al llegar tropieza con el entierro de un hijo único. Su madre es viuda y su dolor estremece el corazón del Señor. “No llores” le dice y con la mano toca el féretro. Se acerca y le dice al muerto: “Joven, a tí te hablo, levántate”. El joven se incorpora y se lo entrega a su madre.
Jesús pone de relieve su poder llamando al espíritu que se había separado del cuerpo a consecuencia de la muerte y le da nueva existencia terrena. Renueva la vida que había sido interrumpida. Esta intervención de Jesús tiene el carácter de una inmensa compasión que es capaz de intervenir en el funcionamiento biológico. Jesús lleva en sí toda la potencia inherente al Hijo de Dios. Él es la potencia en sí…. Él invoca todo su poder y la naturaleza con todas sus leyes se le somete. ¡Ese es Jesús, es el Señor!
Cuando Dios actúa, el mundo obedece y es el momento del milagro. Es evidente que a Jesús le conmueve el destino humano: se acerca al dolor de una madre y se estremece ante la realidad dolorosa.
¡Qué insignificantes somos…. y sin embargo Dios nos mira con el más puro amor de una madre!
La resurrección del hijo de la viuda de Naín la realiza Jesús por su palabra. La palabra de Dios reside en Él. Él mismo es la Palabra del Padre. Esta Palabra realiza las obras de Dios, que son los signos que nos manifiestan el reino de Dios.
¡Es Jesús, Dios y hombre que nos guía con su luz!

JMM

CANTAREMOS:

  • Que alegría cuando me dijeron………………………………………….151
    • Señor ten piedad-Gloria-Aleluya
    • Antífona
  • Este es el momento…………………………………………………………..73
  • ¿Quién es ese?………………………………………………………………..145
  • Por Tí Señor……………………………………………………………………134
  • Viva Cristo……………………………………………………………………..218

9 de Junio. X Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 7,11-17)

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y de mucha gente.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, se encontró que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.