27 de Abril- II Domingo de Pascua de la Divina Misericordia /A

Evangelio según san Juan (Jn 20,19-31)

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos,
se presentó Jesús, en medio de ellos  y les dijo: «La Paz esté con ustedes.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús : «La Paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.»
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y  a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La Paz esté con ustedes.»
Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano,  métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree.»
Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús añadió: «Tu crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto.»
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulo, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.