Día: 17 de octubre de 2015

Sin hebreos y musulmanes, no puedo ser cristiano.

Flora Crescini

24/06/2015

Padre Pizzaballa.

Padre Pizzaballa.

Viernes 19 de junio, Aula Magna en la Universidad Bicocca de Milán; a la una está prevista la intervención del padre Pierbattista Pizzaballa, custodio de Tierra Santa, sobre “Los monoteísmos, a prueba”. El encuentro está organizado por el Centro Pastoral Carlo Maria Martini. Falta media hora y la inmensa sala todavía está vacía. Entran algunas personas vestidas de negro que, con cara de duda, miran los asientos vacíos y parece que estén preguntándose si en los minutos que quedan se llenarán. En algunos rostros se percibe el miedo a haber elegido un aula demasiado grande.
Cuando quedan diez minutos, entra un grupo de estudiantes y toman asiendo. Poco a poco se ha formado una fila de gente (jóvenes y no tanto) que parece no tener fin. A la una la sala está llena. Alguno se toma la molestia de contar a los presentes: 713. En plena época de exámenes, profesores, estudiantes y muchas personas ajenas al ateneo han sacado tiempo para escuchar al padre Pizzaballa.

En la mesa, junto al Custodio, Marco Cianci, el capellán de la universidad; Cristina Messa, la rectora; Giorgio Vittadini, profesor de estadística; mons. Pierantonio Tremolada, obispo auxiliar de Milán; y Elena Bolognesi, de la revista Tierra Santa, que empieza diciendo que normalmente, en la universidad, los alumnos y también los profesores piensan en los exámenes, en graduarse lo antes posible. Sin embargo, el estudio es provechoso cuando permite entender el mundo y la realidad.

Las primeras palabras del padre Pizzaballa son para decir que el tema es sencillo y complejo al mismo tiempo. En Oriente Medio el elemento religioso coincide con el elemento identitario, en un doble sentido: las identidades se definen por las pertenencias religiosas, y el elemento religioso no puede separarse del civil. Pone dos ejemplos: Siria y Tierra Santa. Hasta hace 5-6 años, Siria era el símbolo de la convivencia inter-étnica e inter-religiosa. Se trataba de una convivencia natural, no siempre pacífica, pero que se mantuvo durante décadas. Ahora toda eso ha saltada por los aires a causa de la guerra o, mejor dicho, de las guerras. Una guerra contra la minoría chií, una guerra contra Assad, una guerra en la que tienen un papel ambiguo otros países, como Turquía, que deja 900 kilómetros de frontera abiertos a la entrada de armas y guerrilleros. Después de siglos en que las diversas experiencias religiosas han convivido y crecido, se quiere volver al califato y al principio, de memoria europea, del cuius regio, eius religió.

Leer más