Día: 23 de julio de 2016

Oración mariana del Ángelus el domingo 17 de julio, por el Papa Francisco

imageQueridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy el evangelista Lucas narra de Jesús, que mientras estaba en camino hacia Jerusalén, entra en un poblado y es recibido en casa de dos hermanas: Marta y María (cfr Lc 10,38-42). Ambas ofrecen acogida al Señor, pero lo hacen en diferentes modos. María se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (cfr v. 39), en cambio Marta está ocupada preparando cosas; y a un cierto punto dice a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude” (v. 40). Y Jesús le responde: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada” (vv. 41 – 42).

En sus quehaceres y ocupaciones, Marta corre el riesgo de olvidarse. Y este es el problema: corre el riesgo de olvidar la cosa más importante, es decir la presencia del huésped, que era Jesús en este caso. Se olvida la presencia del huésped. Y el huésped no es simplemente servido, alimentado, cuidado en todos los sentidos. Es necesario sobre todo que sea escuchado. Recuerden bien esta palabra: ¡escuchar! Porque el huésped es acogido como persona, con su historia, su corazón rico de sentimientos y de pensamientos, para que se pueda sentir verdaderamente en familia. Pero si tú recibes a un huésped en tu casa y continúas a hacer las cosas, lo haces sentarse allí, callado él, callado tú, es como si fuera de piedra: el huésped de piedra. ¡No! El huésped es escuchado. Cierto, la respuesta que Jesús da a María –cuando le dice que una sola cosa es necesaria- encuentra su pleno significado en referencia a la escucha de la palabra de Jesús mismo, aquella palabra que ilumina y sostiene todo lo que somos y que hacemos. Si nosotros vamos a rezar -por ejemplo- delante al Crucifijo y hablamos, hablamos, hablamos y hablamos, y después nos vamos: ¡no escuchamos a Jesús! No dejamos hablar a Él a nuestro corazón. Escuchar: aquella palabra es clave. ¡No olviden! No debemos olvidar que la Palabra de Jesús nos ilumina, nos sostiene y sostiene todo lo que somos y que hacemos. Pero no debemos olvidar que también en la casa de Marta y María, Jesús, antes de ser Señor y Maestro, es peregrino y huésped. Por lo tanto, su respuesta tiene este primer y más inmediato significado: “Marta, Marta, ¿por qué te afanas tanto por el huésped hasta olvidar su presencia? ¡El huésped de piedra! Para acogerlo no son necesarias muchas cosas; más bien, es necesaria una cosa sola: escucharlo -la palabra: escucharlo-  demostrarle una actitud fraterna, de modo que se sienta en familia, y no en un alojamiento provisional”.

Así entendida, la hospitalidad, que es una de las obras de misericordia, aparece verdaderamente como una virtud humana y cristiana, una virtud que en el mundo de hoy corre el riesgo de ser descuidada. De hecho, se multiplican las casas de descanso y los hospicios, pero no siempre en estos ambientes se practica una hospitalidad real. Se da vida a varias instituciones que atienden muchas formas de enfermedad, de soledad, de marginación, pero disminuye la probabilidad para quien es extranjero, marginado, excluido de encontrar alguno dispuesto a escucharlo. Porque es extranjero, prófugo, migrante. ¡Escuchen aquella dolorosa historia! Incluso en la propia casa, entre los propios familiares, puede suceder que se encuentren más fácilmente servicios y cuidados de varios tipos que escucha y acogida.

Hoy estamos tan atrapados, con frenesí, por tantos problemas -y algunos de ellos no importantes- que nos falta la capacidad de escucha. Estamos ocupados continuamente y así no tenemos tiempo para escuchar. Yo quisiera preguntarle a ustedes, hacerles una pregunta, cada uno responda en su propio corazón: ¿Tú marido, tienes tiempo para escuchar a tu esposa? ¿Y tú, mujer, tienes tiempo para escuchar a tu esposo? ¿Ustedes padres tienen tiempo, tiempo ‘para perder’, para escuchar a sus hijos o a sus abuelos, los ancianos? –pero, los abuelos siempre dicen las mismas cosas, son aburridos…- ¡Pero necesitan ser escuchados!”. Escuchar. Les pido aprender a escuchar y dedicarles más tiempo. En la capacidad de escucha está la raíz de la paz.

La Virgen María, Madre de la escucha y del servicio premuroso, nos enseñe a ser acogedores y hospitalarios hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas.

Radio Vaticano.

Cantaremos – 24 de Julio Domingo XVII del Tiempo Ordinario /C

Jesús viene del Pueblo judío, y los judíos del A.T tenían una imagen temible de Dios. Cada mañana y cada noche ellos repetían la oración del Chemá: “Escucha Oh Israel, el Señor tu Dios es tu único Dios,,,” Se repetía la Ley del Sinaí. Jesús sorprende a todos cuando responde a la petición de sus discípulos que querían aprender a orar. Utiliza un lenguaje completamente diferente al acostumbrado por el pueblo judío. Comienza por llamas a Dios “Padre”. Su oración empieza llamando a Dios  “Abbá”, (papi, papito). Es el lenguaje del niño pequeño que se dirige a su papá y a su mamá “Abbá”…”Immá”. ¡Nadie se hubiera atrevido a dirigirse a Dios con ese lenguaje tan infantil…..

Cuando Jesús habla, lo hace desde su experiencia interior de Dios, porque él es el Hijo. Tal vez por eso, la ternura rebosante del corazón del Padre es el corazón del mensaje de Jesús. Partiendo de esta relación filial arranca, sin duda alguna, el centro de la Buena Noticia de la salvación, la puerta que nos abre la entrada al reino de Dios. La vida de Jesús es una vida de oración y lo debe ser también la nuestra.  Él va más allá de la forma ritual de orar: para él la oración es Vida, el sentimiento que implica una completa entrega a Dios, lo que sería una vida de santidad. Es decir, la oración que nos enseña Jesús, es todo un programa de vida.

“La santidad es el aroma de la cercanía de Dios”, dice Guardini. Al Pedir que “su nombre sea Santo, prestamos nuestra vida para que en ella se transparente el brillo de su Presencia. “El pan de cada día” implica previsión, no el acaparamiento.  Sino,¿cómo pediríamos lo que nos sobra y que en cambio le hace falta a los demás?…

Por último se no pone de frente el terreno de nuestra fragilidad:  ¡ayúdanos a no caer en la tentación!. Al concluir esta oración -la más hermosa-  es posible percibir la paz, apoyados en la certeza de que hay Alguien está con nosotros.

CANTAREMOS:

      • Iglesia peregrina …………………………………108
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Este pan y vino …………………………………….91
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Un pueblo que camina ………………………… 207
      • A comer tu pan ………………………………….   16
      • Vendrá la libertad ……………………………… 210
      • Cantad al Señor ………………………………..   52