Mes: junio 2017

Pentecostés

PENTECOSTÉS

Si observamos con atención la vida del Señor y lo sucedido con sus discípulos, podría decirse que ellos no vivieron mucho tiempo con su Maestro, que la personalidad del Señor era demasiado grande y su mensaje demasiado novedoso y trascendente como para que en tan poco tiempo hubieran podido llegar a comprenderle. Tampoco se puede decir, que ellos reflexionaban sobre lo que oían y veían, que se comunicaban sus ideas e iban  comprendiendo siempre más al Señor. Tampoco esto se puede decir,porque los discípulos no adoptaron ante el Señor la única actitud que les hubiera permitido ver las cosas en su justo valor. El problema radica en que ellos realmente no creen. 

Ellos habían dejado todo para seguirle, y Jesús los apoya sin restricciones. Con todo, falta lo esencial: no ven en Él a quien es en realidad. En el Nuevo Testamento, la fe no significa solamente “confianza religiosa, veneración, docilidad respecto al Maestro, sino algo muy concreto, a saber: La actitud exigida por Cristo, respecto a sí mismo y a Dios que habla por su mediación. Se trata de la actitud respecto a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Y es de ésto de lo que carecían los discípulos de Jesús

Veamos cómo es el comportamiento de los discípulos poco tiempo después de la muerte de Jesús. Pedro está ante la puerta de la casa de Marcos el día de Pentecostés, y hay una gran turba delante del él, ansiosa de saber qué es lo que ha ocurrido. Su manera de hablar nos presenta un hombre totalmente diferente: no es sólo valiente, ni que posee nuevos conocimientos. Es como el que tiene ahora la suprema evidencia y da testimonio. ¿Cómo se explica esto?  Sencillamente, el Espíritu Santo ha venido y “ha entrado en la Historia. El Espíritu Santo es el que produce la fe, una fe que no es sólo una vivencia general de un sentimiento religioso, sino la respuesta particular que la persona llamada da a la Persona y a la Palabra de Jesucristo. Lo hace creyente en el sentido de la Sagrada Escritura, mediante la cual , este hombre creyente nace a una nueva vida. Es el renacimiento de que le habló Jesús a Nicodemo. ¡Es la nueva vida en Jesús. El mismo Jesús lo dice expresamente:  ” ¿Por qué no entienden mi lenguaje si les digo la verdad. Por qué no me creen ?  El que es de Dios, oye las palabras de Dios; por eso ustedes no las oyen, porque no son de Dios”.

Para comprender el Cristianismo es necesario el Espíritu Santo, puesto que la existencia cristiana, sólo puede ser captada por la fe.

CANTAREMOS:

      • Y cantaré aleluya
        • Ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Te vengo a ofrecer
        • Santo – Padre nuestro
        • La paz – Cordero de Dios
      • Espíritu Santo guíanos
      • Tan cerca de mí
      • Siempre es Pentecostés

Evangelio (Jn 20,19-23) : La paz y el gozo, frutos del Espíritu

Evangelio (Jn 20,19-23)

III.1. El evangelio de hoy, Juan (20,19-23), nos viene a decir que desde el mismo día en que Jesús  resucitó de entre los muertos, su comunicación con los discípulos se realizó por medio del Espíritu. El Espíritu que «insufló» en ellos les otorgaba discernimiento, alegría y poder para perdonar los pecados a todos los hombres.El saludo de la paz, shalom, se repite en el relato por dos veces para confirmar algo que va mucho más allá del saludo cotidiano en el mundo bíblico y entre los judíos. Es el saludo de parte de Dios y es el saludo para preparar los que les va a otorgar a los suyos: la fuerza del Espíritu Santo. De esa manera la unión entre Jesús resucitado y el Espíritu Santo es indiscutible. Será, pues, el mismo Espíritu, es que les garantice el acontecimiento de la resurrección. Pero también el de la misión.

III.2. Pentecostés es la representación decisiva y programática de cómo la Iglesia, nacida de la Pascua, tiene que abrirse a todos los hombres. Esta es una afirmación que debemos sopesarla con el mismo cuidado con el que San Juan nos presenta la vida de Jesús de una forma original y distinta. Pero las afirmaciones teológicas no están desprovistas de realidad y no son menos radicales. La verdad es que el Espíritu del Señor estuvo presente en toda la Pascua y fue el auténtico artífice de la iglesia primitiva desde el primer día en que Jesús yo no estaba con ellos.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

 

Los discípulos de Jesús en Pentecostés, con la presencia del Resucitado en medio de ellos, expresan con sus sentimientos de paz y alegría, que han recuperado la vida del maestro muerto, su Espíritu. Sin ningún reproche, han sido liberados de culpabilidades, desilusiones, abandonos y miedos. Experimentan la fidelidad de Dios a sus promesas de no dejarlos solos, de encarnarse y continuar viviendo entre ellos por su Espíritu y la fidelidad a su plan amoroso, que pretende humanizar el mundo, hacerle más fraterno y compartido con su Espíritu, donde son enviados a continuar su vida y misión: Como el Padre me ha enviado, así os envío yo.

          Si ya en la creación (relato del Génesis) Dios le había regalado al hombre el aliento vital, que dio vida al barro y así pudo crecer, sentir, proyectar, amar, gobernar y dominar la creación, en Pentecostés el Espíritu hace al hombre participar más de la vida divina, dándole la paz y el poder de “atar y desatar”, de perdonar o retener el bien que puede hacer, de amar y tocar las llagas de nuestra historia o de ahondar en ellas y que el pecado quede retenido.

Fr. Pedro Juan Alonso O.P.
Convento del Santísimo Rosario (Madrid)

4 de Junio – Domingo de Pentecostés, S

Evangelio según san Juan (Jn 20,19-23)

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.

Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.

 
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.