Día: 21 de octubre de 2020

Escuché por ahí: ¡Hemos quemado la Iglesia! ¡Muera la Iglesia!

¡No mi hermano! tú no has quemado a la Iglesia, has quemado un templo.

Mientras tú quemabas los templos, la Iglesia estaba repartiendo despensas para los más pobres.

Mientras tú destruías vitrales y bancas, la Iglesia estaba cuidando a los ancianos sin techo y sin hogar.

Mientras tú destruías imágenes y lanzabas gritos por doquier, la Iglesia estaba muy ocupada dando de comer a la gente de la calle.

Mientras tu irrumpías cual malhechor en los templos y rayabas las paredes, la Iglesia estaba acompañando a los que se sienten solos, a los que estorban en este mundo.

Mientras tú celebrabas la caída de las torres, la Iglesia estaba abriendo las puertas de sus hospitales.

Mientras tú destruías las aulas y los adornos en las paredes, la Iglesia madrugaba para ofrecer educación a millones de niños y jóvenes en los colegios alrededor del mundo.

Mientras tu gritabas: ¡muerte al Nazareno!, la Iglesia seguía más viva que nunca, porque tu fuego no me mata, tu fuego alimenta mi fe y la fortalece, soy una contradicción en medio de este mundo que amo bastante.

Como te podrás dar cuenta, tu no quemaste a la Iglesia, la encendiste en caridad y pasión; caridad por ti, porque nuestro fundador nos dijo un día: “bendigan a quienes los maldicen”; pasión por todos, porque lo que haces no nos apaga, nos enciende de más ganas de extender la mano a quien más lo necesita. Porque tus actos hoy, me hacen tener la certeza de que este mundo no cambiará con violencia sino con amor, comprensión y dialogo.

Yo no soy tu enemigo y yo no estoy enojado contigo, eso iría en contra de mis valores. Oro y pido por ti, porque algún día, tú y yo podamos sentarnos como hermanos en una misma mesa. Todo es posible cuando hay amor.

No has quemado a la Iglesia, la has encendido en amor por ti, sí, soy contradicción en medio de este mundo.

Déjame decirte que lo que has quemado, es un montón de piedras inertes que no tienen vida, muy preciadas por nosotros porque es nuestra casa común, pero al final, solo eso, piedras sin vida.

Las PIEDRAS VIVAS seguimos de pie, luchando, trabajando y amando. Porque una Iglesia no está constituida por ladrillos, sino por personas, los templos caen pero la Iglesia sigue en pie, más fuerte que nunca.

Te presento a mi Iglesia: niños, jóvenes, adultos y ancianos que queremos caminar en amor, miembros de un mismo Cuerpo, donde la Cabeza es Jesús.

MI FE NO SE QUEMA, se enciende con tu fuego. NO HAS QUEMADO UNA IGLESIA, nos has dado combustible, combustible para no caer y poder perdonar, combustible para construir y no quemar.

La humanidad se ha equivocado, algunos miembros de la Iglesia también, miembros de nuestra familia nuclear también se han equivocado, incluso yo me he equivocado, tú también, somos humanos y en nuestro corazón hay mancha. Aquí no estamos buscando culpables, no buscamos castigos o muerte a quienes destruyen, buscamos soluciones, construir una nueva civilización. Como lo dice el Papa Francisco inspirado en el gran San Francisco de Asís: “TODOS SOMOS HERMANOS”.

Como te podrás dar cuenta, la Iglesia es difícil de quemar.

P David Beltrán