Día: 28 de mayo de 2022

Comentario Bíblico, Lectura de los Hechos (1,1-11)

Este relato lucano es la descripción más detallada y completa del acontecimiento de la Ascensión, ya que la sitúa en el tiempo y en el espacio con abundancia de detalles a pesar de su brevedad. La Ascensión del Señor forma parte del kerigma cristiano, pero subrayando sobre todo el resultado final, es decir, la afirmación de que está glorificado y sentado a la derecha del Padre. Pero la realidad de la Ascensión, es decir, la exaltación-coronación plena de Jesús está presente en todos los escritos del Nuevo Testamento, comenzando por los primeros, a saber, las cartas a los Tesalonicenses. En los primeros pasos se afirmaba el hecho teológico de la vuelta gloriosa de Cristo en las nubes del cielo (esto suponía que había ascendido allí, siempre según la concepción del espacio que tenían los hebreos); en un segundo momento se afirma el hecho de la glorificación definitiva de Jesús; en un tercer paso se afirma que está a la derecha del Padre pero sin detalles escenográficos de cómo ocurrió; en un cuarto paso se entendió la Ascensión como el momento en el que Jesús, después de haber recibido plenos poderes en el cielo y en la tierra (Mateo), envía a los apóstoles a evangelizar por todo el mundo; finalmente, Lucas ofrece un relato detallado de las circunstancias que rodearon el acontecimiento, valiéndose de las imágenes que le proporcionaba la Escritura: nubes, cielo, ángeles, etc.

28 de Mayo. VII Domingo de Pascua.

Evangelio según san Juan (Jn 17,20-26)

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.

Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.

Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos’’.