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Bendición Urbi et Orbi

El Papa Francisco preside un momento extraordinario de oración en el Vaticano, con la Plaza de San Pedro vacía, con una bendición Urbi et Orbi y la indulgencia plenaria para pedir por el fin de la epidemia del coronavirus o COVID19:
«Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas.

Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente.

En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos. Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús.

Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—.

Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40). Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38).
No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad.

La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela y se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa.

Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”. «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12).

Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.

Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo.

Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza.

Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar.

El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado.

El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.

Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad.

En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios.

Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil Señor y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque sabemos que Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).

Los cultos en frente del coronavirus (Les cultes face au coronavirus-France)

À seulement quelques semaines de plusieurs fêtes majeures, les fidèles des différentes religions sont invités à adapter leurs pratiques.

« Ne pas embrasser les personnes, les livres de prières, les mezouzoth et les Sifré-Torah. » Pour lutter contre la propagation du coronavirus, les rabbins et les présidents de communauté ont transmis des consignes strictes. À la synagogue, les fidèles doivent désormais s’asseoir à un mètre les uns des autres, séparés par un siège d’écart. Les offices, eux, sont raccourcis et divisés, pour éviter les rassemblements de plus de cent personnes. Quant aux « événements familiaux », comme les mariages, ils sont reportés sine die, ou limités en termes de participants.

Suspension des prières du vendredi dans les mosquées

De son côté, le Conseil français du culte musulman (CFCM) a demandé à toutes les mosquées de « suspendre l’organisation des prières du vendredi ». L’instance, principal interlocuteur de l’État sur le culte musulman, a également appelé « toutes les personnes âgées de plus de 70 ans et les personnes malades ou qui souffrent de troubles respiratoires ou de handicaps à ne pas se rendre à la mosquée ». « Conformément aux décisions du ministère des Solidarités et de la Santé, et suivant les avis religieux prodigués par nos imams, la grande prière du vendredi (salat aljumu’a) ne sera pas célébrée, et ce jusqu’à nouvel ordre », avait déjà fait savoir la Grande Mosquée de Paris dans un communiqué publié ce lundi.

COMMUNIQUÉ MESSAGE URGENT NOTAMMENT AUX IMAMS ET RESPONSABLES DE MOSQUÉES https://t.co/aDrmvhQ46C via @UmfOfficiel — CFCM (@CfcmOfficiel) March 13, 2020

« Il est essentiel que les fidèles musulmans participent activement, dans leur comportement, à ralentir la propagation de l’épidémie », a précisé le recteur Chems-eddine Hafiz. Il ajoute que la Grande Mosquée de Paris « continue à accueillir les fidèles pour les cinq prières quotidiennes, mais leur préconise vivement de les accomplir en privé ».

Aucune messe publique ce dimanche en Île-de-France

Depuis quelques semaines, le coronavirus a également des conséquences sur la messe. En pleine période de carême, les prêtres catholiques ont été invités à vider l’eau des bénitiers, à ne pas faire procéder à « l’échange de paix » (geste qui consiste à serrer la main ou à faire la bise à ses voisins), à suspendre la communion eucharistique dans la bouche et à ne plus distribuer de vin aux fidèles. « En ce qui concerne la Semaine sainte, nous attendons de voir où on en sera, notamment pour la célébration de Pâques », explique Mgr Matthieu Rougé, évêque de Nanterre.

Lutte contre la propagation du #coronavirus, @MgrMRouge adresse un message à tous les fidèles du Diocèse de Nanterre et les habitants des @hautsdeseinefr.
Une invitation à la prière, l’action, la confiance et l’attention aux personnes les plus fragiles. https://t.co/0INlrBPL1i pic.twitter.com/NoQi6y7Ozp — Diocèse de Nanterre (@92catholique) March 12, 2020

Depuis l’allocution du président de la République de jeudi soir, des mesures supplémentaires ont été mises en place dans les diocèses. « Nous avons pris la décision de ne pas tenir de messe publique ce dimanche en Île-de-France », prévient Mgr Rougé, qui invite les fidèles à préférer les messes en semaine. Les fidèles catholiques sont donc dispensés « de l’obligation dominicale » d’aller à la messe. En province, elles ne doivent pas dépasser le seuil de 100 personnes.

« Nous voulons offrir des moyens de prier tout en respectant les consignes du gouvernement », souligne ce Mgr Rougé. L’évêque ajoute que son diocèse a été contraint de suspendre beaucoup d’activités auprès des jeunes, comme le scoutisme ou les cours de catéchisme. « Nous voulons cependant trouver des moyens créatifs pour continuer d’animer la prière et accompagner les fidèles », dit Mgr Rougé, qui évoque les réseaux sociaux pour maintenir le lien. Pour pallier l’annulation des messes dominicales et maintenir le lien, la chaîne catholique KTO a par exemple annoncé renforcer la prière sur son temps d’antenne. À partir de lundi, la chaîne diffusera deux messes par jour en plus des rendez-vous de prière.

Misas de Navidad y Año Nuevo 2020

MISAS DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO 2020

Martes. 24 de diciembre
6:00 p.m.
MISA DE NOCHEBUENA
Miercoles, 25 de diciembre
12:00 m  
MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Jueves, 26 de diciembre
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE SAN ESTEBAN, PROTOMARTIR
Viernes, 27 de diciembre
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE SAN JUAN APOSTOL Y EVANGELISTA
Sábado, 28 de diciembre  
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES MARTIRES
Domingo, 29 de diciembre  
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARIA Y JOSÉ  
Lunes, 30 de diciembre
12:00 m
MISA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Martes, 31 de diciembre
4:00 p.m.
5:00 p.m.  

HORA SANTA  

MISA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
Miercoles, 1 de Enero
12:00 m.
 
MISA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

Cruzada por Venezuela. Jueves 27 de junio.

Estimados amigos.

Durante tres días seguidos, jueves, viernes y sábado, haremos La Hora Santa en nuestra capilla de 3:00 p.m. a 6:00 p.m con exposición del Santísimo. Es una cruzada por Venezuela pidiéndole a nuestro Padre Dios bendito con fe y devoción. Luego de esta Hora Santa tendremos nuestra misa y una pequeña procesión.

El domingo, tendremos la Minerva, que es una hora con el Santísimo expuesto a las 11:00 a.m. seguido de nuestra misa dominical a la hora acostumbrada.

Unamos nuestras oraciones por Venezuela para que los demonios del mal se alejen de nuestra tierra.

Misas de Navidad y Año Nuevo

Parroquia San Andrés Apóstol

Capilla La Milagrosa, Calle Norte 1, Urb. El Placer

Lunes , 24 de diciembre

7:00 p.m.

MISA DE NOCHEBUENA

Martes, 25 de diciembre

12:00 m.

MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

Miércoles, 26 de diciembre

5:00 p.m.

MISA DE LA FIESTA DE SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

Jueves, 27 de diciembre

5:00 p.m.

MISA DE LA FIESTA DE SAN JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA

Viernes, 28 de diciembre

5:00 p.m.

MISA DE LA FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES, MÁRTIRES

Sábado, 29 de diciembre

5:00 p.m.

MISA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARIA Y JOSÉ

Domingo, 30 de diciembre

12:00 m.

MISA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

Lunes 31, de diciembre

4:00 p.m.

5:00 p.m.

HORA SANTA

MISA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

Martes, 1 de enero

12:00 m.

MISA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

Domingo de Ramos. “ De la Pasión del Señor”

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén.

Procesión de las palmas

Evangelio

Evangelio según san Marcos (Mc 14, 1-15,47)

Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían: “No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse”.

Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús. Algunos comentaron indignados: “¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres”. Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó: “Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo”.

Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?” Él les dijo a dos de ellos: “Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena”. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar”. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: “¿Soy yo?” Él respondió: “Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a morir, como está escrito: pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!”

Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo”. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo: “Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea”. Pedro replicó: “Aunque todos se escandalicen, yo no”. Jesús le contestó: “Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres”. Pero él insistía: “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré”. Y los demás decían lo mismo.

Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí mientras hago oración”. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: “Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando”. Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejara de él aquella hora. Decía: “Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”.

Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: “Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil”. De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras. Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo: “Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor”.

Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: “Al que yo bese, ése es. Deténganlo y llévenselo bien sujeto”. Llegó, se acercó y le dijo: “Maestro”. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le cortó la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: “¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes, enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplieran las Escrituras”. Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana y lo detuvieron; pero él soltó la sábana y se les escapó desnudo.

Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse.

Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno, buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo a muerte y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron: “Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro, no edificado por hombres’ “. Pero ni aun en esto concordaba su testimonio. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús: “¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?” Pero él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?” Jesús contestó: “Sí lo soy. Y un día verán cómo el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo”. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras exclamando: “¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?” Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: “Adivina quién fue”, y los criados también le daban de bofetadas.

Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo: “Tú también andabas con Jesús Nazareno”. Él lo negó, diciendo: “Ni sé ni entiendo lo que quieres decir”. Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes: “Ése es uno de ellos”. Pero él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro: “Claro que eres uno de ellos, pues eres galileo”. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: “No conozco a ese hombre del que hablan”. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: ‘Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres’, y rompió a llorar.

Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Él respondió: “Sí lo soy”. Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: “¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan”. Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.

Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: “¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar: “¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?” Ellos gritaron: “¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “Pues ¿qué mal ha hecho?” Ellos gritaron más fuerte: “¡Crucifícalo!” Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado y comenzaron a burlarse de él, dirigiéndole este saludo: “¡Viva el rey de los judíos!” Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir “lugar de la Calavera”). Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores.

Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: “¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él y le decían: “Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos”. Hasta los que estaban crucificados con él también lo insultaban.

Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: “Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?” (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Miren, está llamando a Elías”. Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: “Vamos a ver si viene Elías a bajarlo”. Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.

 

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: “De veras este hombre era Hijo de Dios”.
Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con él a Jerusalén.

Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponían.

Audiencia del Papa a obispos venezolanos: diálogo, consolación y cercanía al pueblo

El Papa Francisco recibió este jueves 8 de junio a los miembros de la presidencia de la Conferencia Episcopal de Venezuela. Un encuentro importante solicitado por los mismos obispos tras el agravarse la situación en este país sudamericano. Acerca de los temas tratados con el Pontífice y de las expectativas y esperanzas de los obispos venezolanos para su país, habló con nuestra emisora, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela y arzobispo de Cumaná, Mons. Diego Padrón Sánchez. Éstas fueron sus palabras:


Audio: Entrevista


“Nosotros planteamos al Santo Padre en primer lugar la firmeza de nuestra adhesión a su persona y a su Magisterio y a las líneas que el Papa traza tanto en sus documentos como en sus discursos, como así también en las cartas que ha enviado al pueblo venezolano. En Venezuela, se corrió hace algunos meses, la idea de que la Conferencia Episcopal está en desobediencia en relación al Papa o está en contra incluso de las líneas que marca el Papa. Y queríamos desmentir esa visión negativa, divisoria de la Iglesia. El Papa está muy consciente y nos dijo que teníamos todo su apoyo, y no solamente el apoyo suyo personal sino también el de la Santa Sede. Nosotros estamos muy claros en nuestra obediencia y comunión con el Santo Padre y estamos también muy seguros de que el Papa reafirma las líneas, las decisiones de la Conferencia Episcopal Venezolana”.

Cincuenta minutos de encuentro con el Pontífice que el Presidente de la CEV define “una gracia muy grande, en primer lugar, porque sabemos que las audiencias con el Papa son más bien breves. Y en segundo lugar, porque esos 50 minutos han sido de un diálogo muy cercano, muy abierto, de mucha disposición del Santo Padre y de mucho apoyo, de palabras de consuelo. Y no solamente de palabras sino de una actitud de cercanía al pueblo venezolano. El interés fundamental de este encuentro fue presentar las necesidades, las angustias, los sufrimientos de nuestro pueblo y creo que ayer quedaron bien destacadas”.

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CANTAREMOS – DOMINGO DE RAMOS

Dentro del Plan salvífico de la historia del Pueblo de Dios, nos encontramos una y otra vez con el destino lleno de incomprensión y de persecuciones, del rechazo, violento que acompaña la vida de los profetas.  Juan, el Precursor es una muestra, y el mismo Jesús vio asomarse también para Él esa posibilidad desde el principio de su predicación del reino de Dios. El Señor estaba muy lejos de ser un melancólico soñador de martirios, toda su vida demostró lo contrario : enseñó que Dios es un Padre amoroso que nos quiere felices, que de ninguna manera está de acuerdo con la exclusión y la marginalidad…. Nunca dio la más leve señal de apoyo a los abusos del poder, ni estuvo de acuerdo jamás con ningún gesto de la tiranía política, social ni religiosa.

El amable y valiente Profeta de Nazaret dedicó su vida -demasiado corta- a combatir el hambre, la enfermedad, la injusticia y hasta las desesperanzas sembradas por una falsa interpretación de los jefes religiosos de su pueblo. Si aceptó la persecución y hasta el martirio, fue precisamente por defender el derecho a la felicidad, a una vida digna vivida en libertad. Su hermoso mensaje del reino de Dios sonó inadmisible para todos los opresores, para todos los amantes de privilegios… Le hubiera sido muy fácil disfrutar también Él de los privilegios que ofrecen los poderosos a los oportunistas y aduladores… Si Jesús hubiera sido “un poquito” simpaticón y pródigo en elogios inmerecidos a Pilato y a los Sumos Sacerdotes no habría terminado en la Cruz…. 

Jesús no supo de silencios cómplices ante el Poder de su tiempo. Dijo lo que muchos no querían escuchar…y lo dijo no sólo en las humildes aldeas de Galilea, sino, en el grandioso Templo de Jerusalén, y a los Jerarcas del mismo, no le gustó De esta manera, Jesús no escapa a la suerte de los Profetas… resulta un “indeseable” como todos los que se atreven a gritar con su vida comprometida la verdad. Jesús es el Modelo del compromiso sin miedos, de la palabra no condicionada, de la compasión desmedida por el pobre, el hambriento, el perseguido, el enfermo y hasta el pecador! Jesús es el compromiso vivo, tan real que podemos definirlo, imaginarlo como el Amor crucificado.

Como tantos mártires inmolados por la defensa de un Ideal, Jesús no fue un suicida. La muerte del Señor, digámoslo claro, fue un cruel asesinato. Lo mataron violentamente, din derecho a un justo proceso. Un juicio teatral como el que sufren todos los condenados injustamente, como el que sufren todos los llevan colgado el cartel: “Condenado”.

Su ideal de crear una sociedad más fraterna estaba inspirado en el amor ilimitado de Dios por TODOS sus hijos. No fue un guerrillero, ni un fanático de ideologías extremas… Es el Hijo, enviado por el Padre, para enseñarnos a vivir. 

La cruz aparece en   Imágenes integradas 1  cualquier lugar.

El Programa de Cantos ya lo repartimos.  No queda sino desearnos una fervorosa y vital Semana Santa, en sintonía con tantos profetas a los que hemos tenido la suerte de conocer, de recibir sus enseñanzas y ejemplos, de verlos luchar, sufrir y hasta morir, en este escenario de la Pasión que hoy es Venezuela !

                                      El saludo del Señor: “¡La paz esté con ustedes!”

Programa de Semana Santa 2017

PARROQUIA SAN ANDRÉS APÓSTOL

Capilla La Milagrosa, Calle Norte 1, Urb. El Placer, Caracas. Tel. 0212-9620031

 

Domingo, 9 de abril
12:00 m
“Bendito el que viene en nombre del Señor (Mt 21,9)
MISA DEL DOMINGO DE RAMOS
Con la bendición de las palmas
Lunes, 10 de abril
6:00 p.m.
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania” (Jn 12,1-11)
MISA DEL LUNES SANTO
Martes, 11 de abril
6:00 p.m.
“Yo les aseguro que uno de Ustedes me va a entregar” (Jn 13,21)”
MISA DEL MARTES SANTO
Miércoles, 12 de abril
6:00 p.m.
“Ofrecí la espada a los que me golpeaban” (ls 50,6)
MISA EN HONOR DEL NAZARENO
PROCESIÓN CON LA IMAGEN DEL NAZARENO
Jueves, 13 de abril
9:00 a.m.
6:00 p.m.

Hasta las 9:00 p.m.

“Este es mi cuerpo que se entrega por Ustedes” (1 Cor 11,24)
EN LA CATEDRAL DE CARACAS : MISA CRISMAL
MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR
Con el lavatorio de los pies.
Adoración del Santísimo Sacramento reservado en el Monumento
Viernes, 14 de abril
Desde las 9:00 a.m.

4:00 p.m.

5:00 p.m.

“Uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, e inmediatamente salió sangre y agua” (Jn 19,34)

LITURGIA DEL VIERNES SANTO

Con la adoración de la Santa Cruz

VIA-CRUCIS

Sábado, 15 de abril


7:00 p.m.

“Yo sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí
ha resucitado (Mt 28, 5-6)

VIGILIA PASCUAL

Con la bendición del fuego, el pregón pascual, la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales

Domingo, 16 de abril

12:00 m.

“Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos” (Jn 20,9)

MISA DEL DOMINGO DE RESURECCIÓN
Actividad para los niños: búsqueda de los huevos de Pascua…