16 de Septiembre. Domingo XXIV del Tiempo Ordinario /B

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (MC 8,27-35)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
–¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos le contestaron:
–Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas. Él les preguntó:
–Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro le contesto:
–Tú eres el Mesías.
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos:
–El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos reprendió a Pedro:
–¡Quítate de mi vista, Satanás ! ¡Porque tu no juzgas según Dios, sino según los hombres!
Después llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo:
–El que quiera venirse conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi y por el Evangelio, la salvará.