Día: 14 de febrero de 2014

Cantaremos. 16 de Febrero. Domingo VI del Tiempo Ordinario /A

Jesús no estaba contra la Ley, sino que por el contrario, reafirmó su validez.  Nos enseña que para pertenecer "al reino" tenemos que vivir en total fidelidad con la voluntad de Dios. No se reduce a lo material de las acciones, sino que apunta a la intención que las anima.

El tema del homicidio y la reconciliación están centrados en el "verdadero" amor fraterno y exige que para llegar al culto en perfecta armonía con Dios hay que partir de la armonía con el prójimo. Sin embargo, la armonía que impone Jesús es antagónica a la miserable armonía de apariencia que oculta oscuras intenciones y acciones, y aclara que,  "si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán en el reino de los cielos".


En la misma tónica habla del adulterio. Sabe muy bien Jesús que éste no es sino la materialización de los pensamientos y deseos que han tenido su aceptación previa, en la mente y el corazón. Por eso aclara: "No cometerás adulterio, pero Yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón".  Aboga por la fidelidad y la dignidad del matrimonio, que debe ser símbolo de la unidad y del amor generoso de Dios.

La última parte de este discurso hace hincapié en la sinceridad. Hace referencia a una sociedad que asume alegremente y sin responsabilidad los juramentos. Nos llama a ser directos y simples para decir y vivir siempre en la verdad.

CANTAREMOS:

      • Reunidos en el nombre del Señor………………………………………….159
        • Señor ten piedad-Gloria-Aleluya
        • Antífona
      • Te ofrecemos Señor……………………………………………………………176
        • Santo-Padre nuestro-La Paz
        • Cordero de Dios
      • Con nosotros esta………………………………………………………………..45
      • Tan cerca de mi…………………………………………………………………193
      • Ya no temo………………………………………………………………………..223

16 de Febrero. VI Domingo del Tiempo Ordinario /A

Evangelio según San Mateo (Mt 5,17-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «No crean que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud.
Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la Ley.
Por lo tanto, el que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero el que los cumpla y enseñe eso a los hombres, será grande en el reino de los cielos.
Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán en el reino de los cielos.
Han oído ustedes lo que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano será llevado también ante el tribunal. Y el que insulte a su hermano será llevado también ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie ,será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras van todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo les digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno.
Si tu mano derecha te hace caer, córtasela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.
Pues yo les digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”.
Pues yo les digo que no juren en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro uno solo de tus cabellos. A ustedes les basta decir “si” o “no”. Lo que digan de más viene del Maligno.»