Día: 10 de mayo de 2015

Cantaremos – 10 de Mayo – VI Domingo de Pascua /B

Permanecer en el amor de Jesús no es algo teórico ni vacío de contenido. Consiste en «guardar sus mandamientos», que él mismo resume enseguida en el mandato del amor fraterno: «Éste es mi mandamiento: que  se amen unos a otros como yo los he amado». El cristiano encuentra en su religión muchos mandamientos, pero sólo del mandato del amor dice Jesús: «Este es mi mandato». En cualquier época y situación, lo decisivo para el cristiano es el amor.
Jesús no presenta este mandato del amor como una ley que ha de regir nuestra vida haciéndola más dura y pesada, sino como una fuente de alegría: «Les hablo de esto para que mi alegría esté en ustedes». Cuando entre nosotros falta verdadero amor, se crea un vacío que nada ni nadie puede llenar de alegría.
Sin amor no es posible dar pasos hacia un cristianismo más abierto, cordial y amable donde podamos vivir como «amigos» de Jesús. No debemos cultivar un cristianismo triste, lleno de lamentos y aburrida resignación. A nuestro cristianismo le falta, con frecuencia, la alegría de lo que se hace y se vive con amor. Le falta el entusiasmo de la innovación, y le sobra la tristeza de lo que se repite sin la convicción de estar reproduciendo lo que Jesús quería de nosotros.

CANTAREMOS:

      • Aleluya, aleluya, el Señor resucitó
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Los frutos de la tierra
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Codero de Dios
      • Resucitó, aleluya (Mandurga)
      • El Señor resucitó, aleluya (el que está en la misma hoja)
        • Gloria ,gloria, aleluya .(Canto a las madres)

10 de Mayo – VI Domingo de Pascua. Reflexiones.

Está claro que Dios no hace distinciones

Durante los domingos anteriores, Jesús ha persuadido a sus amigos de que él había muerto y resucitado. Les aseguró que no era un fantasma, que tenía carne y huesos. Les mostró sus llagas, comió con ellos. Poco a poco los apóstoles fueron creyendo, fiándose de Jesús y confiándose a él, y se alegraban de verle. No les resultó fácil creerle resucitado. Tomás, el mellizo, se arriesgó a verificar si era verdad o no que había resucitado; finalmente tocó a Jesús y exclamó dócilmente:“Señor mío y Dios mío”.

Hoy, la primera lectura nos cuenta un enojoso “problema pastoral” de la Iglesia primitiva. Pedro, el primer Papa, debía resolverlo. Cornelio, un pagano, ciudadano romano, capitán del batallón destacado en Cesarea, hombre de oración y caritativo, se sentía seducido por el Resucitado; deseaba bautizarse e ingresar en la comunidad de los cristianos. ¿Era esto posible? Pedro dijo: ¿“Puede alguien impedir que se bauticen con agua los que han recibido el Espíritu santo igual que nosotros?”. Finalmente, movidos por el Espíritu, bautizaron a Cornelio. Más tarde, Pedro, debió informar de su decisión en Jerusalén. Y allí dijo: “Si Dios les concedió el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para estorbar a Dios? (Hch 11, 17).

La decisión de Pedro, animada por el Espíritu de Pentecostés, inaugura una Iglesia pascual, abierta; una Iglesia en salida, un pueblo para todos, como le gusta decir al Papa Francisco.

Fr. Luis Carlos Bernal Llorente O.P.
Convento de Santa Catalina (Barcelona)

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10 de Mayo–Domingo VI de Pascua /B

Evangelio según San Juan (Jn 15,9-17)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
”Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría sea plena.
Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
Yo no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo: a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido, y los ha destinado para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros.”