Mes: noviembre 2017

Cantaremos – 19 de Noviembre . XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario /A

La parábola de este domingo nos recuerda que es necesario hacer fructificar los talentos recibidos. Lo primero que hay que recordar es que el talento no se gana, no se merece. Simplemente se recibe. Es un don, es algo diferente, pero siempre un don.  Es justo pensar que en la vida cristiana el punto de partida no es de cero, ni es posible decir : “yo me he hecho a mí mismo” . El Señor nos entrega algo para que trabajemos. En la Parábola, los dos primeros han usado el talento, lo han trabajado, han tenido una visión correcta del don. El tercero no ha entendido nada. El don se ha convertido en motivo de miedo. La parábola nos dice que hay que trabajar, pero eso no basta. Hay que saber para qué y para quién. Los empleados tienen que responder ante su Señor y éste valorará el resultado de su gestión. El Señor es generoso, pero se muestra severo si hemos usado los talentos solo en beneficio propio. Todavía es más inflexible  frente a quien esconde el talento.

A todos Dios nos ha dado Talentos para que seamos capaces de servirnos unos a otros.  

CANTAREMOS:

      • Reunidos en el nombre del Señor ……………………………. 159
        • Ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Este pan y vino Señor …………………………………………………  91
      • Vaso nuevo ……………………………………………………………….. 221
      • Dame un nuevo corazón ……………………………………………   64
      • Si vienes conmigo …………………………………………………….. 179

19 de Noviembre – Comentario bíblico : Mateo (25,14-30): No «enterrar» el futuro.

III.1. El evangelio de Mateo (25,14-30) nos muestra, tal como lo ha entendido el evangelista, una parábola de “parusía” sobre la venida del Señor. Es la continuación inmediata del evangelio que se leía el domingo pasado y debemos entenderlo en el mismo contexto sobre las cosas que forman parte de la escatología cristiana. La parábola es un tanto conflictiva en los personajes y en la reacciones. Los dos primeros están contentos porque “han ganado”; el último, que es el que debe interesar (por eso de las narraciones de tres), ¿qué ha hecho? :“enterrar”.

III.2.Los hombres que han recibido los talentos deben prepararse para esa venida. Dos los han invertido y han recibido recompensa, pero el tercero los ha cegado y la reacción del señor es casi sanguinaria. El siervo último había recibido menos que los otros y obró así por miedo, según su propia justificación. ¿Cómo entendieron estas palabras los oyentes de Jesús? ¿Pensaron en los dirigentes judíos, en los saduceos, en los fariseos que no respondieron al proyecto que Dios les había confiado? ¿Qué sentido tiene esta parábola hoy para nosotros? Es claro que el señor de esta parábola no quiere que lo entierren, ni a él, ni lo que ha dado a los siervos. El siervo que “entierra” los talentos, pues, es el que interesa.

III.3. Parece que la recompensa divina, tal como la Iglesia primitiva pudo entender esta parábola, es injusta: al que tiene se le dará, y al que tiene poco se le quitará. Pero se le quitará si no ha dado de sí lo que tiene. Y es que no vale pensar que en el planteamiento de la salvación, que es el fondo de la cuestión, se tiene más o menos; se es rico o pobre; sino que la respuesta a la gracia es algo personal que no permite excusas. La diferencia de talentos no es una diferencia de oportunidades. Cada uno, desde lo que es, debe esperar la salvación como la mujer fuerte de los Proverbios que se ha leído en primer lugar. Tampoco el señor de la parábola es una imagen de Dios, ni de Cristo, porque Dios no es así con sus hijos y Cristo es el salvador de todos. Es una parábola, pues, sobre la espera y la esperanza de nuestra propia salvación. No basta asegurarse que Dios nos va a salvar; o aunque fuera suficiente: ¿es que no tiene sentido estar comprometido con ese proyecto? La salvación llega de verdad si la esperamos y si estamos abiertos a ella.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

19 de Noviembre – XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario /A

Evangelio según san Mateo (Mt 25,14-30)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.

El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ “.

Cantaremos – XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Jornada Mundial de los Pobres.

La parábola de las vírgenes nos habla de vigilancia, de espera, pero más que espera de algo, espera de Alguien. El esposo se retrasa. Como cristianos esperamos la vuelta del Señor, pero no sabemos la hora exacta de su vuelta . Puede ser antes de lo que uno espera o más tarde de que se cree. Jesús más que establecer un plazo, exhorta a la vigilancia. No podemos alegar no estar informados, sino la de no estar preparados. Jesús no dice : Estad tranquilos. Advierte: Velad. No os dejéis coger de improviso. La diferencia entre las vírgenes prudentes y las sensatas está en tener o no tener aceite suficiente para cubrir el retraso del esposo. Cuando se grita diciendo que llega el esposo, ya no hay tiempo. Demasiado tarde para las necias, había que haberlo pensado antes. La fidelidad no se improvisa. En la hora, siempre sorprendente del encuentro, cuenta lo que se tiene, lo que se es, no lo que se querría .. El pecado está en despreocuparse, en eludir la cuestión fundamental por estar sumergido en preocupaciones terrenas, porque el esposo puede retrasarse, pero no dice que ya no llegará.

CANTAREMOS:

      • Somos un pueblo que camina ………..……………………….. 174
      • Te ofrecemos Señor …………………….……………………….. 186
      • Por ti Señor ………………………………………………………….. 134
      • Tan cerca de mi ……………………………………………………. 193
      • Viva Cristo ……………………………………………………………. 218

Comentario Bíblico. Mateo ( 25,1-13)

La actitud frente a la felicidad eterna.

El evangelio, texto exclusivo de Mateo, nos propone la parábola de las vírgenes necias y las prudentes . No siempre hemos logrado penetrar adecuadamente en su sentido, ya que la narración está recargada de significados específicos diversos. Se habla de “diez’, quizás porque era el número exigido para la calidez de la plegaria en la sinagoga o fuera de ella. Por lo mismo se apunta, o precisa el autor del evangelio de Mateo, que es una parábola de sesgo comunitario a todos los efectos. Incluso la boda, con toda su significación bíblico-mesiánica, es útil para enmarcar el punto final: la llegada o venida del esposo. Sin esposo no hay boda ni nada lamento de sus amigas, en este caso vírgenes, lo que quiere decir simplemente “no casadas” y que también un día serán desposadas. Entre tanto, acompañan a su amiga a lo más importante de su vida pero, sin el esposo, nada tiene sentido. Algunos autores han apuntado a las interpretaciones rabínicas del Cantar de los Cantares que ven en el coro de las “hijas de Jerusalén” el grupo de los discípulos que llevan en sus manos la luz de la “Thora” y vigilan la llegada del Mesías. El aceite era en el judaísmo, además, el signo de las buenas obras, así como de la alegría de la acogida (Sal 23,5; 104,15; 133,2) e incluso de la unción mesiánica (Sal 45,8; 89,21).

Jesús, en ella, se vale del marco de una fiesta de bodas para hablar de algo trascendental: la espera y la esperanza, como cuando la novia está ardiendo de amor por la llegada de su amado, de su esposo. Pero los protagonistas no son ni el novio (lo será al final de todo), ni la novia, en este caso, sino las doncellas que acompañaban a la novia para este momento. Eso quiere decir que ellas se gozaban en gran manera con este acontecimiento, como si ellas mismas estuvieran implicadas, tanto como la novia, y sin duda la narración da a entender que debían estarlo; pero para este acontecimiento de amor y de gracia hay que estar preparados, o lo que es lo mismo, deben abrirse a la sabiduría; el júbilo que se respiraba en una boda como la que Jesús describe es lo propio de algo que alcanza su cenit en la venida del esposo.

La iglesia primitiva ha alegorizado, sin duda, la propuesta de Jesús en razón precisamente de la “parusía” que no llegaba, pero que podía llegar en cualquier momento. Este es un problema muy discutido. La frustración en la primera o segunda generación cristiana, sobre la llegada de la “parusía” o el fin del mundo, es decir, la plenitud del Reino de Dios, no se ha resuelto adecuadamente (solamente en Lucas tenemos una enseñanza más acorde con el retraso de la parusía). Por ello, la diez vírgenes son representación de una comunidad, de la comunidad cristiana. ¿Habría aceite en las lámparas para ese momento? En definitiva ¿habría sabiduría) Así es como se enlaza con el sentido de la primera lectura, que como dijimos, marca la pauta de la liturgia de hoy. Sabernos que esta es una parábola de “crisis”, no para atemorizar; sino para mantener abierta la esperanza a esa dimensión tan importante de la vida.

Entonces, ¿qué es la parusía? ¿qué significa el fin del mundo) (lo veremos mejor cl próximo domingo). Lo importante es estar preparados para la venida del esposo, el personaje que se hace esperar. Se habla de una “presencia” (que eso significa “parusía) ante los que esperan. Por tanto, no es cuestión de entender el terna en términos cósmico-físicos, sino de cómo nos enfrentamos a lo más importante de nuestra vida: la muerte y la eternidad: ¿con sabiduría? ¿con alegría? ¿con aceite, con luz? ¿con esperanza? Este mundo puede ser “casi” eterno, pero nosotros aquí no lo seremos. Estamos llamados a una “presencia de Dios” (parusía) y eso es como unas bodas: debemos anhelar amorosamente ese momento o de lo contrario seremos unos necios y no podremos entender unos desposorios de amor eterno, de felicidad sin límites.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

12 de Noviembre – XXXII Domingo del tiempo Ordinario /A

Evangelio según San Mateo ( Mt 25,1-13)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.

Cantaremos – XXXI Domingo del Tiempo Ordinario.

El Capítulo 23 de S. Mateo va dirigido a los escribas y fariseos, pero Jesús no discute la autoridad y las enseñanzas de estos maestros.  Tampoco invita a la desobediencia a sus enseñanzas, solamente aconseja que no imiten su conducta. En este texto, Jesús denuncia las desviaciones de su comportamiento. El Señor no soporta la INCOHERENCIA, ya que sencillamente, no hacen lo que dicen y muchísimo menos son lo que aparentan… Pensando superficialmente no logramos entender las palabras del Señor……

El problema de los fariseos radica en la DOBLE MEDIDA. Cargan sobre los otros fardos pesados que declaran obligatorios, de los cuales ellos se sienten exentos….

Padecen de OSTENTACION RELIGIOSA, de vanidad y exhibicionismo. Hacen buenas  obras, pero  a juzgar por las palabras del Señor, en su intención hay mucho de lo que, con varios ejemplos especifica como falsa piedad.

Pero atención, no debemos observar estas actitudes en el vecino sin estar atentos a nosotros mismos. La incoherencia es un defecto que puede hacer mucho daño. La vida está llena de dificultades, de ocasiones,  de oportunidades para el bien y para el mal.  Podemos sentirnos acusados por esas duras expresiones que sirven para localizar al fariseo que puede estar agazapado en el secreto de nuestro corazón.  

CANTAREMOS:

      • El Señor nos llama y nos reúne …………………………………….. 272
        • Ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
        • Te vengo a ofrecer
      • Vaso nuevo ………………………………………………………………… 221
      • Tan cerca de mi ………………………………………………………….. 193
      • Tomado de la mano ……………………………………………………. 191

Comentario bíblico. XXXI Domingo del Tiempo Ordinario.

¡Siempre en actitud de servicio!

El primero entre vosotros será vuestro servidor. En la escuela de Jesús se aprende la única enseñanza que conduce a la salvación. Jesús es el último y definitivo enviado del Padre para anunciar e interpretar su voluntad de forma definitiva. Jesús es un lugarteniente y un intérprete autorizado de la voluntad del Padre (Jn 1,18). Es probable que en las iglesias mateanas hiciera falta una llamada de atención a las personas que habían recibido algún carisma en la comunidad. No llaméis padre vuestro…

Probablemente, Jesús quiere corregir la costumbre que tenían de llamar a los rabinos «padre mío» como un título honorífico. Siempre con la misma intención de corregir la ostentación. Sólo hay un Abbá que está en cielo. Jesús viene a revelar que nuestro Abbá, que es el suyo, es el único que merece ese tratamiento. Pero además significa que todos somos hijos del único Padre y, por tanto, todos iguales y todos hermanos realmente. Esta llamada de atención corta toda ostentación de los fariseos y es una advertencia a la propia comunidad cristiana en la que, según el testimonio de 1Corintios, existía el peligro de división por la inadecuada utilización de los carismas recibidos.
No os dejéis llamar guías… El texto sugiere estas dos posibilidades: primera, entender el término guía como lo entiende el autor de la carta a los Hebreos y como se entiende en los títulos kerigmáticos, es decir, el que conduce hacia la vida. En este caso Jesús es el único príncipe de la vida, el único que abre caminos hacia la vida. El sentido sería profundamente cristológico con fuerte significación soteriológica.

En segundo lugar, por la respuesta se observa que el título que subyace en el término guía es el de kúrios (Señor). Y ciertamente en el testimonio unánime del Nuevo Testamento es que el único Señor es Jesucristo. En definitiva, Jesús es el único que conduce a la vida, que abre el camino de la vida y el único que es el Señor de la historia. Recuérdese que también a los rabinos les gustaba que se les llamase mari (señor mío).

Por eso Jesús advierte que sólo hay un Señor en realidad. El que se enaltece será humillado. En primer lugar, es necesario ofrecer una traducción más clara: el que se enaltece a sí mismo Dios lo humillará. Jesús utilizaba gustoso el pasivo divino de tal manera que ha pasado a ser una característica propia de su lenguaje. En los pasivos divinos se ha de traducir el verbo por activo pero poniendo a Dios por sujeto, es decir, Él es quien exalta o humilla. La enseñanza de Jesús es que consistiendo la humildad evangélica en permanecer cada uno en su lugar y no abrigar pretensiones que desborden su realidad, la acción de Dios consiste en poner a cada uno en su realidad, en su lugar adecuado, en su rango. La enseñanza de Jesús es instructiva y responde a la realidad en que vivía rodeado de personas que se autoestimaban en exceso y, además, despreciaban a los demás.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)

5 de Noviembre – XXXI Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según San Mateo (Mt 23, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el ‘guía’ de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.