Con Jesús Señor de la Historia – Nº 1

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 1 (11 de junio de 2020)

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CORPUS CHRISTI

La Solemnidad del “Corpus Christi” se celebra el segundo jueves después de Pentecostés, aunque en algunos lugares la celebración se traslada al segundo domingo después de Pentecostés… En realidad, son dos las Solemnidades eucarísticas a lo largo del Año Litúrgico: el Jueves Santo, en que se conmemora la institución de la Eucaristía: la Última Cena, que Jesucristo celebró con sus discípulos, la noche antes de ser entregado; y el “Corpus Christi”, la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en que el énfasis está más bien en la presencia verdadera, real y substancial de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar, como lo formularía el Concilio de Trento…

La piedad eucarística de Santa Juliana del Monte Cornillón dio lugar a la Solemnidad del Corpus Christi… En ese Monte, cercano a la ciudad de Lieja —actualmente en Bélgica—, estaban establecidas cuatro comunidades de espiritualidad agustiniana, dos de las cuales eran también leprocomios: una comunidad de hombres sanos y otra de hombres enfermos —todos célibes, regidos todos por un mismo Prior—; una comunidad de mujeres sanas y otra de mujeres enfermas —todas célibes, regidas todas por una misma Priora. A la comunidad de mujeres sanas ingresó Santa Juliana, muy joven, a finales del Siglo XII y principios del Siglo XIII, y, con el tiempo, se hizo Priora… De una gran devoción al Santísimo Sacramento, logró, que el Obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, sacara en procesión el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad… Como todos los Santos, Santa Juliana tuvo que soportar algunas contradicciones, teniendo que abandonar en el año 1248 la comunidad de Monte Cornillón para refugiarse en Monasterios cistercienses femeninos… En una celda de uno de esos Monasterios falleció en el año 1258, estando el Santísimo Sacramento expuesto…

En Lieja había conocido a Santa Juliana el Canónigo Santiago Pantaleón de Court-Palais, quien, con todo y su origen humilde, llegó a ser Obispo de Verdún, luego Patriarca de Jerusalén —eran los tiempos de las cruzadas— y Papa, con el nombre de Urbano IV.  Durante su corto pontificado, instituyó para toda la Iglesia la Solemnidad del “Corpus Christi” en 1264, apenas seis años después de la muerte de Santa Juliana…

Desde sus inicios, la celebración de la Solemnidad del “Corpus Christi” revistió gran majestuosidad en toda Europa, especialmente también en los pueblos y ciudades de España… No solo los grandes señores, sino también los gremios de comerciantes y artesanos aportaban elementos de carácter popular, como danzas, autos sacramentales, comparsas de gigantes y cabezudos… De España, vino la celebración a América… también a Venezuela…

En algunos pueblos del centro y de los Llanos de Venezuela se conserva la tradición de los “diablos danzantes”, los más famosos, sin duda, los de San Francisco de Yare, en el Estado Miranda, pero cabe mencionar también: en el Edo. Aragua, los de San Francisco de Asís, Villa de Cura, Santa Cruz de Aragua, Ocupare de la Costa, Cata, Cuyagua y Chuao; en el Edo. Carabobo, los de Guacara, Tocuyito, Canoabo y Patanemo; en el Edo. Guárico, los de El Sombrero y San Rafael de Orituco; y en el Edo. Vargas, los de Naiguatá… En la misma Caracas existió la tradición… que quedó extinguida a finales del Siglo XIX.

En estos pueblos, los “diablos” son hermandades de hombres bien organizadas, con sus capataces y “perreros”… Los capataces dirigen los ensayos, que son bastante exigentes: son una especie de entrenamiento físico, porque durante el “Corpus Christi” hay que bailar durante todo el día; pero también son prácticas meticulosas de las coreografías, muy sofisticadas, propias de las danzas de los “diablos”… Los “perreros” se encargan de mantener el orden de los “diablos” durante los ensayos… o también de abrirles paso durante la celebración. Hay una jerarquía bien establecida entre capataces, “perreros” y demás “diablos”… Las mujeres colaboran en la confección de la indumentaria y en la preparación de los Altares…

La indumentaria de los “diablos” es muy elaborada… Además del pantalón y la camisa, llevan una capa de tela, que va desde los hombros hasta las rodillas, en la cual van cosidas unas cruces de tela, de diferentes tamaños, campanillas o cascabeles; una máscara, de diferente tamaño —de acuerdo a la jerarquía del danzante—, elaborada generalmente con alambre, cartón y papel, de diseño antropomorfo, con cachos, y pintada de colores llamativos; a la máscara se une un velo de tul, que sirve para cubrir el rostro del danzante, cuando se echa la máscara para atrás al encontrarse en presencia del Santísimo Sacramento; a la parte posterior del pantalón se adhiere un rabo, elaborado de tela, al final del cual van colocadas borlas, campanillas o cascabeles; alrededor de la cintura va el cencerro, constituido por campanas, trozos de lata y bronce de distintos tamaños, que, con los contorneos de la danza, marcan el ritmo y producen el timbre sonoro característico de la misma;  en la mano izquierda va el mandador o látigo; en la muñeca de la mano izquierda, un pañuelo blanco, colocado en forma de cruz, y rociado con agua bendita en el momento de la imposición de la indumentaria; en la mano derecha va una maraca, para acompañar el ritmo de la danza; y en la camisa, escondidas, las llamadas reliquias: medallas del Santísimo Sacramento, y otras objetos sagrados.

El día del “Corpus Christi”, al salir en procesión el Santísimo Sacramento, los “diablos” huyen despavoridos… Es lo que representa la danza: ¡Donde está Jesucristo, no hay lugar para los espíritus del mal! ¡Bendito y alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento del Altar!

Pbro. Ramón Vinke