CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 14 (8 de noviembre de 2020)

EL CUADRO DEL PURGATORIO DEL PINTOR CRISTÓBAL ROJAS

Después de la salida definitiva del poder del Gral. Antonio Guzmán Blanco, tomó posesión como Presidente de la República de Venezuela, el 5 de julio de 1888 —aniversario de la Declaración de la Independencia de Venezuela—, el Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, un ferviente católico… Las relaciones entre la Iglesia y el Estado mejoraron notoriamente… Cuando se trató de crear dos nuevas Parroquias en el casco urbano de la ciudad de Caracas, en octubre de 1889, las autoridades civiles y eclesiásticas, las crearon simultáneamente…

La Iglesia de La Pastora, la había construido con formidable empeño Fray Olegario de Barcelona, uno de los Capuchinos venidos a Venezuela en 1841, gracias a las gestiones del Pbro. Dr. José Manuel Alegría. Como hizo notar en su oportunidad Mons. Nicolás Navarro, Fray Olegario logró granjearse la buena voluntad de los sucesivos Presidentes de la República: El Gral. “Guzmán Blanco mismo, el hombre incapaz de reconocer otra superioridad que la suya propia, rindió reconocimiento a la virtud del humilde Capuchino, y fue él quien, con la más espontánea generosidad y de una manera harto imprevista, puso en manos del Padre Olegario la primera suma considerable para la construcción de La Pastora. En seguida, el Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, durante los días de su glorioso Gobierno, enalteció los vínculos de su cordial amistad, que le ligaban con nuestro Religioso Capuchino desde que éste fue Capellán del Ejército, prosiguiendo con ahínco la fábrica, sin omitir ninguna clase de expensas, hasta dejarla casi concluida. El Dr. Raimundo Andueza Palacio llevó la obra a término; y el General Joaquín Crespo prestó también un valioso contingente en el pago de algunas deudas, con que el venerable anciano quedó comprometido al fin de la jornada”.

Precisamente por encargo de Fray Olegario de Barcelona, pintó Cristóbal Rojas el cuadro del purgatorio entre 1888 y 1890 en París, ya gravemente enfermo de tuberculosis… Según Alberto Junyent, en su sucinta pero enjundiosa biografía de Cristóbal Rojas, el pintor intentó encontrar alguna orientación para el cuadro en el Museo del Louvre… Allí se encontró con un colega francés, de edad madura, a quien había conocido por intermedio de Martín Tovar y Tovar, pintor venezolano, que había estudiado en París, años atrás, y que se había venido a París con Arturo Michelena en 1885… El joven venezolano le expuso sus inquietudes, y el colega francés —cuyo nombre no menciona Junyent— lo invitó a pasar por su casa para hacerle ver algo que podría serle muy útil… Al día siguiente, en su casa, “le prestó dos abultados tomos de la ‘Divina Comedia’ de Dante ilustrados por Gustave Doré. Es de suponer que el pintor leyó el poema del gran poeta florentino con avidez. En todo caso, es lo cierto que Rojas tomó pie del libro para concebir una curiosa composición que llevaría el título de ‘Dante y Beatriz a orillas del Leteo’”, que llegó a figurar en el Salón de la Sociedad de Artistas Franceses…

No era la primera vez, que Rojas había logrado, que una obra suya fuera admitida en ese prestigioso Salón… En 1885 había enviado una obra —se trata de una maternidad—, que fue aceptada “entre las dos mil quinientas seleccionadas y expuestas, de un total de nueve mil presentadas para la admisión”, con lo cual Rojas se había convertido, después de Tovar y Tovar, en el primer pintor venezolano en exponer en dicho Salón… En1886, había pintado para el Salón un cuadro titulado “La miseria”, con el cual obtuvo Mención de Honor. En 1887, había logrado colocar en el Salón un cuadro titulado “La taberna”, y en 1888, otros dos titulados “El plazo vencido” y “La primera y última Comunión”. Ese mismo año, fue electo Presidente Constitucional de la República de Venezuela el Dr. Juan Pablo Rojas Paúl… A Rojas le llegó desde Caracas el encargo de pintar el retrato del nuevo Presidente, para lo cual le enviaron algunas fotografías. En 1889, concurría al Salón con los cuadros “El bautizo” y “Dante y Beatriz a orillas del Leteo’” —este último cuadro, ya mencionado…

En 1890 enviaba el cuadro del purgatorio, el cual fue recibido con elogios, y con el cual obtuvo una Medalla. Por sexta y última vez figuraba Rojas en el Salón con un cuadro, que remite al dogma de la existencia del purgatorio, fundamentado en las Sagradas Escrituras (cf. 2 Mac 12, 38-46; 1 Cor 3, 13-15; 1 Pe 1, 5-7) y reafirmado en tiempos recientes por el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. (…)” (Nº 1030-1031).

Agotado por la enfermedad, el pintor no deseaba sino regresar cuanto antes a Venezuela… El Dr. Gaspar Marcano, un bondadoso personaje venezolano con título de médico francés, que ejercía en París su profesión, amigo de Rojas, le insistió, que fuera al sur de Francia a descansar un poco, a reparar sus fuerzas… Estuvo algunas semanas en la ciudad de Pau, en la Nueva Aquitania…

Regresó a Caracas ese mismo año 1890: “El porte abatido, el demacrado semblante del repatriado anunciaban bien a las claras un luctuoso desenlace en el término de no muchas semanas”. Delante del cuadro del purgatorio, debidamente instalado en la Iglesia parroquial de La Divina Pastora, desfilaron las multitudes: “A las puertas de la muerte, Cristóbal Rojas alcanzaba algo que muy pocos artistas han conseguido: merecer la admiración de los entendidos y, al mismo tiempo, atraerse el interés enternecido de los humildes. Mas apenas tuvo tiempo de conocer aquel halago concedido a tan pocos. El día 8 de noviembre de aquel año Cristóbal Rojas había dejado de existir”. Tenía, apenas, 31 años de edad…

Pbro. Ramón Vinke