19 de Febrero. VII Domingo del Tiempo Ordinario /B

Evangelio según San Marcos (Mc 2,1-12)

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico; “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban ahí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla ése así?? Eso es una blasfemia. ¿Quien puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo; “Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus pecados te son perdonados’ o decirle; Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?’ Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados – le dijo al paralítico-: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a casa”.

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo; “Nunca habíamos visto cosa igual”.