28 de Octubre. XXX Domingo del Tiempo Ordinario /B

Evangelio según San Marcos (Mc 10,46-52)

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y mucha gente, un ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo) se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosa. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
–Jesús hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él seguia gritando más fuerte:
–¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Jesús se detuvo entonces y dijo:
–Llámenlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
–¡Ánimo! Levántate, porque él te llama.
El ciego tiró el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Entonces le dijo Jesús:
–¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
–Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo:
–Anda, tu fe te ha salvado.
Y al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.